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Luis Hernández Arroyo

Estado de la crisis en el mundo

La FED no actuó tan locamente como se decía en algunos foros. Y es que, efectivamente, como anunciamos, la crisis financiera tiene una fuerza contractiva muy superior a las presiones inflacionistas provenientes de las materias primas.

Agosto ha sido tradicionalmente un mes de crisis mundiales inesperadas, desde que la primera guerra mundial comenzó en plenas vacaciones estivales. La crisis presente comenzó en agosto de 2007, hace ahora un año. En ese corto periodo en el que reiteradamente se ha anunciado el fin de los problemas, se han ido al zurrón estatal algunas entidades bancarias, se ha intervenido con dinero público para evitar el derrumbe de otras entidades como Fanny Mae y Freddie Mac, y Greenspan y otros han pronosticado que habrá más intervenciones para salvar bancos. Esto quiere decir dos cosas inmediatas y una mediata: que esta crisis, como ya anunciamos hace un año, es especialmente agresiva; y que, posiblemente, no ha hecho más que asomar la cabeza: queda lo peor. La mediata es que el panorama después de la larga y dura batalla será ya completamente distinto. Hemos de despedirnos de determinadas formas de operar, de tipos de interés bajos y asequibles, y demás elementos que nos alegraban la vida y creíamos que ya eran para siempre Habremos de ser más serios y austeros, especialmente en países como España, en que ha habido una loca carrera a comprar pisos y consumir bienes de lujo importados.

Vuelve a decirse frívolamente que lo peor ha pasado. Es verdad que el PIB de EEUU del segundo trimestre ha crecido un 1,9%, y que hay signos de robustez, como la firmeza del PIB excluidos inventarios (3,9%); pero que nadie se engañe: es un efecto adelantado de la rebaja fiscal, que por su naturaleza transitoria no proseguirá. Los indicadores recientes lo señalan.

De estos datos recientes de EEUU cabe destacar dos importantes conclusiones: primero, que la flexibilidad monetaria –rebaja de los tipos + devaluación– ha servido para suavizar la crisis sin acelerar los precios; por ejemplo, es notable la reducción del déficit exterior: Desde mediados de 2006, el déficit exterior se ha reducido del 6,9% del PIB al 4,8%, rápido ajuste que demuestra muchas cosas; entre ellas, que Friedman tenía razón, ya en 1953, en que el mejor ajuste era el que se lograba a través de un tipo de cambio libre... Segundo, que la temida inflación, que se esperaba por culpa de las alegrías monetarias de Helicopter Bernanke , no se ha producido, como demuestra la diferente evolución entre el IPC trimestral (4,2%), y el deflactor del PIB (1%): Las presiones externas de los precios de materias primas no han tenido efectos de segunda ronda; definitivamente, no hay presiones internas de precios. Por lo tanto, la FED no actuó tan locamente como se decía en algunos foros. Y es que, efectivamente, como anunciamos, la crisis financiera tiene una fuerza contractiva muy superior a las presiones inflacionistas provenientes de las materias primas. Desdichadamente, esa crisis sigue viva y pujante, y seguirá haciendo estragos en los resultados bancarios –que sólo han aflorado una mínima parte de sus quebrantos–, y en el crédito. Por lo tanto, lo razonable sería esperar un aumento de la debilidad y una mayor suavización de los precios, incluso del petróleo, pues su demanda ya está notando los efectos de la crisis.

Por su parte, en otros países, donde se ha dado prioridad al riesgo inflacionario, están entrando rápidamente en zona recesiva y algo peor; por ejemplo, el Reino Unido, donde Mr. King, gobernador del Banco de Inglaterra, mantiene los tipos en un 5% desde marzo. Mi opinión es que el Banco de Inglaterra miró demasiado de cerca los precios de consumo y no vio que los precios de los inmuebles se colapsaban a gran velocidad. Los inmuebles son un activo, y los movimientos de sus precios tienen efectos reales devastadores en la renta, el empleo y el consumo cuando caen. En la zona euro tampoco parece que la subida de los tipos del BCE haya sido tranquilizadora...

Por lo tanto, lo que se va viendo hasta ahora es que los que interpretaron esto como un mero problema de inflación, o de estanflación, que se yugulaba con una restricción monetaria, de momento se han equivocado. Tienen razón en decir que los tipos de interés fueron demasiado bajos en el pasado, pero esto no es una función simétrica, una vez que empieza el desplome de los activos y la contaminación de unos a otros. Lo que ha sucedido es que la restricción monetaria se ha producido, pero por los efectos directos de la crisis sobre los balances bancarios y sobre el crédito. Por ello, los aumentos de precios internacionales se han traducido en contracciones de la renta de las personas y de los márgenes de las empresas, lo cual no ha hecho más que sumar fuerzas debilitadoras. Muchos han menospreciado una crisis de efectos potencialmente devastadores, que se prolonga desde hace un año, y que todavía apenas ha comenzado a desplegarse en su totalidad. Veremos pronto como todo esto influye en España.

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