Menú
Luis Herrero Goldáraz

La magia existe y se pronuncia "topar"

Jamás reconocerán que la verdadera culpa de que cada vez proliferen más estos discursos desafectos con el Estado la tienen los propios políticos.

Jamás reconocerán que la verdadera culpa de que cada vez proliferen más estos discursos desafectos con el Estado la tienen los propios políticos.
Yolanda Díaz, Irene Montero e Ione Belarra durante la entrega de los 2ª Reconocimientos Arcoíris. | EFE

Algunos descubrimos demasiado tarde que lo del botón de reinicio de los videojuegos nos había generado algo así como un hábito un tanto peligroso. Yo lo supe poco después de quedarme en blanco intentando ligar —que la chica no sabía ya si tocarme en el hombro para resetearme o salir huyendo como si yo fuese el de El silencio de los corderos— y se me hiciese evidente que ni esto es Atrapado en el tiempo ni nosotros tenemos tantas opciones como Bill Murray para causar una perfecta primera impresión. Suele ocurrir que los inmaduros irredimibles vamos por la vida a pecho descubierto, pero esto es así únicamente porque no sospechamos que que te atraviese una bala tiende a ser una cosa bastante irreversible, por lo general. Al final somos carne de cañón para acabar viviendo en casa de nuestros padres y discutiendo a altas horas de la noche contra cualquier troll que se atreva a meterse con nuestros ídolos deportivos, productos de aquello que supieron anticipar y nosotros no.

De las estrellas precoces suele decirse que poseen una madurez inaudita. Y esto es verdad porque sólo alguien realmente adelantado es capaz de mirar a la vida desde niño sin pretender engañarse. Cosas como que el esfuerzo no garantiza los sueños pero sí un tipo de recompensa mejor suenan a frases de autoayuda y son difíciles de aprender en el colegio porque sólo las entiende quien posee una predisposición adecuada para escuchar a la experiencia, atareada desde siempre en amargarnos hasta la consecución gratuita de los mejores caprichos. De ahí que se haga difícil escuchar a nuestros dirigentes y no darles la razón a todos esos sociólogos catastrofistas que han tirado la toalla y no encuentran más imágenes para describir nuestro tiempo que como un enorme parvulario.

Ahora resulta que la fórmula mágica que arregla cualquier tipo de problema económico se resume en una palabra y se pronuncia "topar". Fíjate tú qué carrera tan simple, si es que algunos estudian de más. Se "topan" los precios de la lista de la compra, se "topan" las hipotecas, se "topan" las nubes que no nos dejan ver el sol y hasta al propio Dios, si hace falta, que aunque nunca haya existido sigue siendo el culpable de que en este mundo no exista la igualdad. No nos importa quién tendrá que pagar esta fiesta porque siempre podremos "topar" la factura y que apechugue el dueño del local. Su indignación y su ruina tampoco serán un problema porque habremos "topado" su infelicidad. Así que después sólo nos quedará llevarnos las manos a la cabeza al descubrir que ni por esas se reducen las tasas de suicidio. Que incluso aumentan. Y abriremos nuestros medios de cabecera para comprobar convencidos que todo era cosa de los fascistas, ya ves, y que algunos están dispuestos hasta a quitarse de en medio con tal de no reconocerse en su error.

Es curioso que haya quienes se oponen el ánimo de lucro de banqueros y empresarios, cabrones con puro sacando rédito de nuestra desgracia, pero ni siquiera se les pase por la cabeza que el servicio monopolístico más aberrante e improductivo puede ser el que ofrece el Estado, que impone unos precios que nadie puede dejar de pagar. Después llamarán demagogos a todos los que critiquen su manera de despilfarrar nuestros impuestos. Hablarán de educación y de sanidad, pero jamás reconocerán que la verdadera culpa de que cada vez proliferen más estos discursos desafectos la tienen los propios políticos. Es decir, el ejemplo más claro de que en este sistema es sencillo enriquecerse a costa de los demás.

Temas

En España

    0
    comentarios