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Luis Herrero Goldáraz

Sánchez, el gambeteador

Sánchez lleve tiempo subrayando quesu gobierno “progresista” lucha contra el “fascismo”. Acabáramos: pura épica para corazones sensibles.

Sánchez lleve tiempo subrayando quesu gobierno “progresista” lucha contra el “fascismo”. Acabáramos: pura épica para corazones sensibles.
Pedro Sánchez durante su comparecencia de este domingo. | EFE

Después de esfuerzos ímprobos, Inés Arrimadas puede al fin secarse el sudor de la frente y congratularse de que su arriesgada misión haya terminado con éxito. ¡Ya le ha quitado la careta a Sánchez! Me pregunto qué gesto se le habrá quedado al descubrir que debajo estaba Maradona. Déjenme explicarles una nueva intuición lingüística que, si tiene éxito, calculo que podría entrar en el diccionario en cinco o veinte años. Maradona no es un simple prócer rioplatense, o tal vez sí. Maradona es esa convicción etérea que sobrevuela las almas y se instala más allá del intelecto. Una promesa. Maradona no puede tocarse porque no pertenece a este mundo. Es la encarnación perfecta de la verborrea argentina, tan propensa a la sublimación de cualquier cosa que pueda servir para exculpar los pecados colectivos y las debilidades humanas. Por el Diego, como le llamaban sus amigos —y por lo que he podido comprobar en los últimos días, todo el mundo—, uno puede justificar cualquier insensatez, hasta asaltar la Casa Rosada para sacarle una foto a un féretro. Cómo no iba a ser así, si su vida misma fue un contínuo gambeteo de contradicciones que acababa siempre en gol a la opinión pública. Casi podríamos consolidar a Maradona, la palabra, como la definición más pura de eso otro a lo que algunos dicen que aspira el sanchismo: la constante inviolabilidad del ídolo. Yo lo veo en unos años: con la M, ¿cualidad de aquel que vive inmaculado, al que incluso la mierda le resalta la piel? Y el concursante de Pasalapabra tendrá que responder: Maradona. Al final iba a ser cierto que le convirtieron en un dios. Algo bastante lógico teniendo en cuenta que hizo del regate un arte.

Dicen los que saben que la clave del amago está en conseguir que el defensor se vea obligado a ir hacia el lado opuesto del que se pretende sacar el balón. Lo único que podía hacer Ciudadanos, según sostienen los naranjas, era mantener la mano tendida y dejar que Pedro Sánchez se retratase a sí mismo. Y es cierto. El truco está en que el presidente sólo se ha retratado ante quienes ya le habían desenmascarado siguiendo la lógica de su pacto de investidura, lo que es lo mismo que decir que no se ha retratado en absoluto. Como buen regateador, su juego consiste en moverse más rápido que el rival; que cuando el pobre iluso llegue a donde él se encontraba hace un segundo sólo encuentre un trozo de hierba recién cortada y a un muchacho en la grada enviándole condolencias con la mirada. Así se entiende que mientras unos viven todavía instalados en el debate que contrapone constitucionalismo y anticonstitucionalismo, Sánchez lleve tiempo subrayando que contra lo que lucha su gobierno “progresista” es contra el “fascismo”. Acabáramos: pura épica para corazones sensibles. Nadie puede superar eso. Algunos goles ilegales terminan legitimándose en el corazón del público gracias a la misma picardía que los fabricó en el campo. Cuando a Maradona le preguntaron cómo había marcado su famoso gol contra Inglaterra, con la humillación de las Malvinas de fondo, él contestó que un poquito con la cabeza y otro poquito con la mano de Dios. El propio comentarista argentino que narraba el partido se lamentó durante un primer segundo, llegando incluso a delatar la infracción ante los televidentes, pero bastó sólo que el juez de línea diese por bueno el tanto para que se pusiese a celebrarlo como si la albiceleste hubiese levantado el Mundial antes de tiempo. Para que un villano se convierta en santo sólo hace falta forofismo. El único reto que le queda a Pedro Sánchez, por tanto, es conseguir que aquellos votantes del PSOE que se sienten huérfanos en estos momentos, como Felipe González, lleguen a comprarle su mensaje en las siguientes elecciones. Hasta entonces, anda que no queda torneo. 

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