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Pablo Molina

Hipopótamos sin Fronteras

Trinidad Jiménez, que tiene un gran corazón, ha decidido contribuir a calmar a las manadas de hipopótamos de Guinea-Bissau, las más pendencieras, dedicando una sustanciosa subvención a este grave asunto antes de dejar el Ministerio de Exteriores.

Los grandes mamíferos artiodáctilos poseen una rica vida interior pero también una personalidad conflictiva que a veces acarrea episodios de gran agresividad. Sensible a la problemática de esta especie, Trinidad Jiménez, que tiene un gran corazón, ha decidido contribuir a calmar a las manadas de hipopótamos de Guinea-Bissau, las más pendencieras, dedicando una sustanciosa subvención a este grave asunto antes de dejar el Ministerio de Asuntos Exteriores.

La subvención es como el valium intravenoso para estas criaturas de la sabana, y el dinero de los contribuyentes españoles el vademécum del que surgen todas las fórmulas magistrales que luego aplican sobre el terreno los miembros de las organizaciones solidarias, por supuesto sin ánimo de lucro.

En el caso concreto de los hipopótamos malhechores de Guinea-Bissau, la organización cuidadosamente seleccionada para devolverlos al buen camino necesitará todavía un par de meses para comenzar a trabajar sobre el terreno. Primero hay que ingresar los trescientos mil euros de la subvención, hacer la distribución correspondiente, seleccionar al personal, ponerle las vacunas preceptivas y resolver los cientos de asuntos de intendencia que requiere una expedición de estas características.

Dadas las fechas en que nos encontramos lo más probable es que los mediadores interzoológicos a los que hemos subvencionado lleguen a la zona de conflicto en primavera, casualmente en la época de celo de la mayoría de las especies animales con el riesgo que ello conlleva.

Si en condiciones normales los hipopótamos guineanos difícilmente se van a dejar conducir por un solidario español sin ánimo de lucro a golpe de vara en el lomo, es más que dudoso que en plena efervescencia reproductiva entren en razón con facilidad, al menos los machos.

La tarea se presenta tremendamente ardua, y aunque la existencia de un trinque abundante es un factor de tranquilidad para los que se van a jugar el físico, lo cierto es que la intermediación con hipopótamos agresivos y en celo es una labor con altas dosis de peligro. Y eso contando con que no confundan a cualquier cooperanta con una hembra de su especie. Ya lo que nos faltaba.

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