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Pablo Molina

Votar por Sorasado

Ante la duda, hay que pensar en la familia y valorar el futuro incierto que se presenta para la mayoría de compromisarios fuera de la política.

Ante la duda, hay que pensar en la familia y valorar el futuro incierto que se presenta para la mayoría de compromisarios fuera de la política.
EFE

La vida del compromisario en un congreso extraordinario de partido es francamente difícil porque nadie te dice claramente qué tienes que votar. Un caso muy distinto es cuando se trata de una asamblea ordinaria en la que se renuevan los órganos dirigentes. En esas ocasiones todos los compromisarios -excepto un porcentaje marginal destinado a cubrir cierta cuota de independencia-, llegan a la votación con la decisión previamente adoptada por los dirigentes del partido. Si hay varios candidatos, el sentido del voto de los compromisarios se toma por los líderes de las distintas corrientes con suficiente antelación, con lo que ni siquiera en esos casos resulta necesario que el representante de sus compañeros de partido sufra el terrible estrés psicológico que supone votar en libertad. Cosa muy distinta es cuando un militante acreditado se enfrenta a un congreso extraordinario que, encima, pretende refundar su partido. Ahí la tensión es total.

Pues bien, eso es lo que va a ocurrir este próximo fin de semana con el Partido Popular, cuyos dos candidatos agotan las últimas horas de campaña tratando de asegurarse el voto de los representantes que van a elegir al próximo presidente nacional.

¿Qué hacer? Esa es la pregunta que se hacen muchos compromisarios a menos de 4 días de una decisión trascendental. Lo más pintoresco del asunto es que ambos candidatos, Soraya y Casado, plantean modelos muy distintos para gestionar al PP, así que por ese lado no debería haber la menor confusión. Sin embargo, en estos lances no se trata de decantarse lealmente por la opción que uno considera más positiva para su partido y para España (eso es cosa de románticos, personajes que no llegan nunca a nada en el seno de las formaciones políticas), sino de optar por la candidatura victoriosa y, además, hacerlo de manera bien visible, para que no queden dudas de cara al futuro político del compromisario en cuestión.

Los líderes regionales, sin embargo, parece que comienzan a aliviar con sus recientes declaraciones estos graves dilemas de los compromisarios de su respectiva demarcación porque, aunque tarde, comienzan a tomar posiciones con cierta claridad. Votar lo mismo que el jefe local del partido es siempre una garantía de estabilidad pues, aunque la candidatura elegida acabe en fiasco, la obediencia al líder del terruño es un valor que pesa mucho a la hora de confeccionar, qué se yo, una lista electoral para las autonómicas y locales que tendrán lugar dentro tan solo de 10 meses.

Ante la duda, hay que pensar en la familia y valorar el futuro incierto que se presenta para la mayoría de compromisarios fuera de la política. Por eso, lo más sensato será votar escribiendo en la papeleta Sorablo Sáez de Casado. Y debajo, el nombre del votante con su huella dactilar.

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