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Pablo Planas

Adiós Cataluña

Se rien de esa parte de la sociedad que pretende seguir formando parte de España a pesar de los Puigdemones y Junqueros y hasta del propio Gobierno de la Nación.

Se rien de esa parte de la sociedad que pretende seguir formando parte de España a pesar de los Puigdemones y Junqueros y hasta del propio Gobierno de la Nación.
EFE

El señor Francisco Pérez de los Cobos se ha despedido del cargo de presidente del Tribunal Constitucional como acostumbran los frailes que dejan el convento. El primer recado fue para Rajoy, a quien le ha recordado que al TC no le corresponde aplicar la Constitución sino señalar su incumplimiento. Esto es, que los magistrados no disponen ni de las competencias ni de los mecanismos del Gobierno para hacer frente a desafíos como el del separatismo catalán. Quien debe ordenar una hipotética aplicación del 155 es el presidente del Gobierno, no los togados, cosa que es de primero de Montesquieu. Hasta ahí estuvo sembrado el señor Pérez. Luego ya desbarró con la apelación al "diálogo" entre Gobiernos para resolver el "conflicto", porque, como es notorio, la Generalidad sólo quiere hablar de los términos de la rendición y retirada del Estado en la región.

La micción fuera de tiesto ha sido celebrada con gran alborozo en el sector de los inhabilitados, puesto que ratifica, confirma y consolida su desvergonzada teoría de que en Cataluña no hay un problema de corrupción, sino político y de calidad democrática. Se ha lucido el magistrado, que, como Carles Viver, exvicepresidente del TC, con tal aserto cumple los requisitos para optar al puesto de comisionado especial de la Generalidad para la desconexión jurídica y metafísica de España.

El plastón de don Francisco es una muestra más de las grandes facilidades judiciales y políticas a disposición de los separatistas para que consigan sus objetivos. Al proceso le falta en estos momentos masa crítica en la calle, porque cinco años de dar la brasa cansan hasta al más pertinaz voluntario de la Asamblea Catalana; pero hay corrientes de fondo muy poderosas para insuflar nuevos ánimos al proceso. El fallo de los dos años de inhabilitación para Mas por el 9-N es un ejemplo. Visto el precio de ganga de desobedecer al TC con la cómplice pasividad del Gobierno, los promotores de la independencia pueden seguir con el ñaca-ñaca, erosionando la convivencia, ninguneando a, riéndose de y acosando a esa parte de la sociedad que pretende seguir formando parte de España a pesar de los Puigdemones y Junqueros y hasta del propio Gobierno de la Nación.

Como no sirve de nada pedirle al Gobierno que haga algo más allá de hablar del Corredor Mediterráneo con la burguesía que financia al 3% el golpe de Estado, irá siendo hora de prepararse para lo inevitable por si las moscas, que es lo que han hecho en el TSJC con una sentencia de chiste, ante la que el nacionalismo ha reaccionado como si Mas fuera a ingresar en breve en la cárcel de Logroño. Por el mismo precio le podrían haber metido diez años de inhabilitación, porque ni una absolución nos habría privado del espectáculo de los mariachis del Palau de la Música golpeándose el pecho y haciéndose las víctimas, los mártires y los héroes. Y no descarten el indulto.

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