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Pablo Planas

El rebrote del Congreso

Como para luego decirle a la gente que no participe en reuniones de más de diez personas y guarden las distancias. ¿Pero de qué van?

Como para luego decirle a la gente que no participe en reuniones de más de diez personas y guarden las distancias. ¿Pero de qué van?
EFE

Había que ver a los diputados socialistas amontonados en sus escaños. Y a los ministros como sardinas en lata. Qué imagen delirante. Inenarrable. Proliferan los rebrotes, aumenta el número de contagios, se multiplican los países que recomiendan no viajar a España y esos diputados del PSOE con sus ministros socialcomunistas bien apretujados en su bancada. Como para luego decirle a la gente que no participe en reuniones de más de diez personas y guarden las distancias. ¿Pero de qué van?

El narciso que preside el Gobierno quería una ración doble de aplausos con un plus de decibelios y la clacla al completo. Sus deseos son órdenes. Ni coronavirus ni leches. Así que ahí estaban los diputados, de botellón en la cámara, jugándose el tipo como en el 8-M, exponiéndose al contagio con tal de dar gusto y satisfacción al césar, con el bicho danzando alegre por los pasamanos. ¿Pero qué podían hacer los pobres? ¿Sublevarse? ¿Y dónde encontrarán un trabajo como el de aplaudidor quienes no han trabajado nunca de otra cosa? ¿Qué futuro tendrían Simancas o Lastra en el mercado laboral? Y más ahora, con la que está cayendo.

Patética imagen en un Congreso que en circunstancias normales, antes de la pandemia, estaba por lo común más vacío que lleno. Vaya espectáculo el de sus señorías del grupo socialista, cobayas de la egolatría del bello Pedro. ¿Cuántos correrán en pánico a hacerse las pruebas a la que una leve carraspera les asome por la garganta? Que lástima de paisanos.

Claro que la jornada era histórica y eso hay que reconocerlo y, sobre todo, aplaudirlo. Nunca se había llegado a los siete millones de parados entre pitos y ertes, ni se perdieron tantos empleos en un trimestre, un millón cien mil. La cifra de cincuenta mil muertos por el coronavirus también merece un aplauso socialista. Y ser el país de Europa con más contagios en la segunda oleada es otro motivo de celebración, ¿no? Más lo del turismo, con Alemania sumándose al veto internacional. Un éxito. Así que todo eran motivos para estar este miércoles en el intento de rebrote del Congreso. Sólo faltó Simón.

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