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Pablo Planas

La estrategia de Podemos para Cataluña

Mientras Mas y Junqueras juegan a construir Estados, Podemos ofrece a los partidarios del separatismo la distancia más corta entre los dos puntos.

Mientras Mas y Junqueras juegan a construir Estados, Podemos ofrece a los partidarios del separatismo la distancia más corta entre los dos puntos.

La prueba de que Cataluña es un mundo (mediático) aparte está en el hecho de que Podemos se considera un fenómeno reciente, del 21 de diciembre pasado. Desde entonces es el saco de boxeo preferido de los nacionalistas, sean del estilo Pablemos o del tipo Pamemos. Su primera víctima política catalana ya tiene nombre: Iniciativa per Catalunya, cuyos dirigentes intentan subirse sin disimulo al tren en movimiento de Iglesias. El PSC, por su parte, ni siquiera ha digerido su derrumbe en los pronósticos. El partido lleva meses en estado de choque, con un líder aún más transitorio que Pedro Sánchez, y corre el riesgo de ocupar una posición marginal en Barcelona tras las municipales. En la capital catalana, Podemos ha llegado a un pacto con Ada Colau, la líder antidesahucios. Representan lo mismo y tienen los mismos referentes. Aceptan a IpC en su lista a cambio de que esta formación les ceda los espacios televisivos y financie la campaña. Y les han dicho que sí, que de acuerdo, que lo que sea menester.

En CiU el tembleque es tal que el alcalde Trias quería llevar en persona a la Fiscalía el documental Ciutat Morta y desatar una cacería en el interior de la Guardia Urbana para congraciarse con los okupas, más propensos a botar que a votar, pero en sintonía con la idea de que votar a Podemos/Colau es botar a Trias y compañía.

La primera descalificación que ha caído sobre Pablo Iglesias y los suyos es que son españoles. Algún análisis más refinado incide en que les falta conocimiento y les sobra soberbia, lo que acaba siempre en el recodo de la españolidad de Iglesias. Que carece de una posición clara sobre el derecho a decidir es, de todos los argumentos contra Iglesias, el más afilado. Pero sí la tiene. Es partidario, muy partidario. Del derecho de autodeterminación, para ser más claros. Su candidata para Cataluña, Gemma Usabart, lo dice y repite sin que eso altere un ápice las reticencias nacionalistas. Ocurre que Podemos plantea en el fondo y en la forma una barbaridad más seria y consistente que la de Mas, Junqueras y Forcadell. Para proclamar la independencia de Cataluña no hay más camino que ganar La Moncloa y poner en práctica la vía escocesa. Y Usabart promete que con Pablo Iglesias eso está hecho porque Podemos es una alternativa real de Gobierno en Madrid. Lo declara con la autoridad que le confiere ser la secretaria de la sectorial podemista de Plurinacionalidades, lo que ya indica por dónde pueden ir los tiros si gana su partido.

Mientras Mas y Junqueras juegan a construir Estados y cruzarse reproches, Podemos ofrece a los partidarios del separatismo la distancia más corta entre los dos puntos, lo que en Cataluña es una novedad absoluta, un alarde de claridad y síntesis en comparación con los vericuetos del prusés, además de una oferta que se puede quedar con los votos que con tanto empeño y fondos públicos ha cultivado Mas para Junqueras en los últimos años.

Con Podemos no se acaba el proceso, como se ha llegado a teorizar, sino que comienza un Proceso en el que lo de Cataluña no es más grave que lo que puede llegar a pasar en toda España. Otra cosa es que a muchos que ahora portan la estelada les parezca mejor una España con Pablo Iglesias, Monedero y Errejón que la república catalana de Artur Mas, Pujol y Junqueras.

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