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Pablo Planas

La religión y sus clases

Lo cierto es que la asignatura no es obligatoria, que los niños no tendrán que llevar cilicio ni santiguarse a la entrada del aula.

De la escandalera causada por los planes de enseñanza de la religión católica cabría inferir que la asignatura es obligatoria y que todos los niños escolarizados en España serán sometidos en breve a prácticas tales como memorizar rezos, sacramentos y mandamientos que para más inri (uy, perdón), que a mayor abundamiento serán contenidos evaluables. La parroquia progresista ha puesto el grito en el cielo ante tamaña osadía, perpetrada por el ministro Wert con la bendición de la Conferencia Episcopal, responsable última de la "especialidad".

Lo cierto es que la asignatura no es obligatoria, que los niños no tendrán que llevar cilicio ni santiguarse a la entrada del aula. Tampoco deberán confesarse ni asistir a misa los viernes de mayo. Ahora bien, es probable que en algún momento deban aprender los Diez Mandamientos o recitar el padrenuestro, a ser posible de carrerilla, tormentos que de seguro acarrean tantas penalidades como la asimilación íntegra y cronológica de la lista de los reyes godos o la tabla periódica de los elementos.

Los docentes para la ciudadanía, los padres y madres contra los deberes y los psicólogos del trastorno de atención creen que los conocimientos del medio espiritual colisionan con la pedagogía del mínimo esfuerzo, el método del demérito y la práctica del absentismo escolar en todas sus variantes: educandos, padres y profesores. Además, la asignatura de religión va en contra de los ingentes esfuerzos llevados en las últimas décadas a favor de materias imprescindibles sobre macramé, sexo y formación del espíritu antinacional.

El retroceso, advierte la progresía, puede ser dramático en áreas claves de la enseñanza como el carácter lúdico de las matemáticas, el aprendizaje espontáneo del inglés o la atención voluntaria. Por no hablar de la discriminación de credos como la religión pastafari, reconocida en Polonia, o el famoso islamismo moderado. Desde luego, con la reintroducción del padrenuestro y las avemarías las madrasas públicas españolas dejarán de ser un ámbito libertario, autodidacta y balalaico. Terrible.

En España

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