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Pablo Planas

Ruido de sables, dicen

El ruido de sables al que aluden los medios dominados por el marco argumental de la izquierda es una pura falsedad de la factoría de mentiras del PSOE y Podemos.

El ruido de sables al que aluden los medios dominados por el marco argumental de la izquierda es una pura falsedad de la factoría de mentiras del PSOE y Podemos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en el Congreso. | EFE

Gracias a la aguda miopía y generosidad de los rectores de no pocas empresas del Ibex, los postulados de la extrema izquierda se han instalado en los medios de comunicación como principios editoriales de obligada observancia. Personajes como Jordi Évole, capaz de fundirse en un fraternal abrazo con Arnaldo Otegi, son los representantes de una falsa objetividad y quienes elaboran el guion de la actualidad política en España gracias a la indecencia de las grandes corporaciones y la estulticia de la derecha acomplejada y meapilas, una derecha que jadea y babea como un bulldog francés a la espera de la palmadita de la ultraizquierda por renegar de sus principios.

La potencia mediática de la izquierda financiada paradójicamente por empresarios que se declaran muy de derechas no tiene correlato en el lado opuesto del tablero ideológico. Es como comparar un portaaviones con una canoa. No hay color ni equiparación posible. Por cada programa de TV sin el sesgo progre hay cinco espacios para los Cintoras, Ferreras, Buenafuentes, Wyomings y Broncanos de la cuota de payasos al servicio del régimen prechavista. Son los del jajá contra el rey emérito que callan como momias ante los escándalos de la ultraizquierda tipo Neurona. Su nefasta influencia contamina incluso la otra telebasura, el jorgejavierismo.

El monopolio informativo explica que en un país en el que han fallecido setenta mil personas por coronavirus, pandemia agudizada por la lacerante incompetencia del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, y en el que cientos de miles de personas hacen cola para recoger alimentos el problema sea un chat de exmilitares cebolletas que escriben majaderías como la de fusilar a la mitad de la población.

¿Es grave? No, es gravísimo, indecente y repudiable, materia de juzgado de guardia, pero en contra de lo que pudiera sugerir la vasta campaña mediática azuzada por el Gobierno, nada tiene que ver con el Ejército ni entraña ningún riesgo para la democracia, a diferencia de la indisimulada operación de Podemos con el concurso del PSOE de Sánchez para cambiar de régimen dinamitando el sistema de libertades desde dentro de las instituciones. El arrebato fusilatorio de un militar retirado tiene el mismo valor que aquel deseo de Iglesias de azotar a la periodista Mariló Montero hasta que sangrase. Sólo revela el fondo de quien expresa tales barbaridades.

El ruido de sables al que aluden los medios dominados por el marco argumental de la izquierda es una pura falsedad de la factoría de mentiras del PSOE y Podemos, la contaminación acústica que promueve el Gobierno para tapar los macabros efectos de la torpeza, ignorancia y mala fe de sus miembros en la salud, la economía, los derechos y las libertades de los españoles.

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