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Andalucía

Pedro de Tena

Bienvenida, doña Olona

De demagogia totalitaria, de izquierdas o de derechas o "ciudadanas" o "andalucistas", estamos hasta… ahí mismo.

De demagogia totalitaria, de izquierdas o de derechas o "ciudadanas" o "andalucistas", estamos hasta… ahí mismo.
Macarena Olona Visita Sevilla el 12 de Octubre | Flickr/Dominio público/VOX España

Suele explicarse en las ferias andaluzas de primavera que el vino ("no importa donde llegue el agua mientras no llegue al vino", decía Falstaff defendiendo al "sherry" de la lluvia y del Támesis en nombre de Shakespeare) tiene una escenografía ritual derivada de una larga experiencia dionisíaca. Si alguien no la conoce o no la observa, puede sufrir las consecuencias de la venganza inmisericorde de su borrachera divina, que suele no ser agradable para el infractor y que tampoco gusta al respetable público que en Andalucía bebe y bebe y vuelve a beber sin perder ni la cabeza ni la verticalidad ni los papeles. De ahí, su famoso saber estar en las bullas sin frenesí ni estridencia ni daños a terceros.

Esta liturgia ancestral tiene tres momentos que deben ser rigurosa y armónicamente administrados para no caer en la deshonra etílica y en la descompostura. El primero, es charlar el vino. El segundo, migarlo. Y el tercero y último, bailarlo.

Charlar el vino es una metáfora popular que se refiere a espaciar la cantidad de vino que se ingiere mediante el placer de la conversación. O dicho de un modo más directo, entre copa y copa de fino o manzanilla, hay que disfrutar de una parrafada, de una cháchara, de un cotorreo, ya sea anécdota, chiste, historia, cuento o rememoración. De este modo, el alcohol se aplaca y el cuerpo lo resiste.

Además, aunque no separadamente, el vino debe ser migado. Esto es, hay que comer de forma abundante para impedir que su oro líquido se apodere en exclusiva del estómago y pase al torrente sanguíneo como único inquilino. Por eso, el vino siempre se ha "tapado" con aperitivos suculentos que ayudan a su buena circulación por todos los recovecos de la sangre y los órganos. Con jamón, o marisco, o potaje, o tortilla de papas, o pescao frito o arroz o ensaladilla o lo que se quiera, hay que migar el vino.

Finalmente, al vino hay que bailarlo. Se trata de que el cuerpo elimine sus peligros con las "sudás" de las sevillanas, o las rumbas, o lo que sea. Mejor las sevillanas, que son cuatro por cuatro, que son en compañía y sintonía y que no paran nunca, pero para el propósito de saber beber en nuestras ferias y salir airosos de sus amenazas vale todo ejercicio físico que logre bajar sus grados.

¿Qué a qué viene esta arenga en plena Feria de Sevilla? Pues viene a que Macarena Olona ya es candidata a la presidencia de la Junta. Algunos tontos sectarios a derecha e izquierda no se han enterado de que los andaluces nacemos donde nos sale de los cojones aprendiendo de los de Cái y los de Bilbao. Ella ha decidido nacer en Alicante. ¿Y qué? El Kichi nació en Róterdam y Moreno Bonilla en Barcelona. De andalucismo barato ya estamos curados.

Bueno será recordarle, eso sí, que Andalucía es como un buen vino, con un gran cuerpo trasegado, una identidad poderosa (la más intensa de España según el gran maestro Ortega) y un calor especial, que puede vivificarte o destruirte si no se sabe beber como se debe. Como los demás españoles, podemos ser buenos vasallos si tenemos buenos señores (o señoras).

Por tanto, los andaluces tenemos que ser charlados, conversados, escuchados e informados antes que ser destinatarios de modelos de arriba abajo sin más que son los que se han impuesto desde 1982. Sobre todo, hay que charlar mucho con quienes se han dejado el pellejo peleando contra un régimen sectario y corrupto y con quiénes no han tenido, o han perdido oportunidades vitales debido a los privilegios de una casta excluyente.

Los andaluces, además, tenemos que ser migados, no con la miseria dependiente de subsidios, enchufes y subvenciones, sino con una auténtica competencia empresarial y civil que reduzca las dimensiones de la Junta para muscular el cuerpo de la sociedad. La autonomía más necesaria no es la regional-administrativa sino la personal y familiar. Migar significa inyectar capacidades y oportunidades de forma que el poder político no haga clientes, sino ciudadanos.

Y finalmente, tenemos que bailar enlazados al compás, danzar armónicamente, debatir conviviendo con los movimientos telúricos de los españoles y de los andaluces, con la ciencia, con la cultura, con el arte, con la tradición y con la novedad en un proceso de reformas continuas que, apuntalando y ampliando las libertades, nos permita disfrutar del derecho a la continuidad necesaria para la vida sin estorbar los cambios necesarios y a mejor.

O sea, doña Macarena, bienvenida. Ya defendimos que Vox tiene derecho a existir. Defendemos ahora que usted tiene derecho a aspirar a la presidencia de Andalucía. Faltaría más. De demagogia totalitaria, de izquierdas o de derechas o "ciudadanas" o "andalucistas", estamos hasta… ahí mismo.

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