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Pedro de Tena

La condena del PSOE: breves interrogantes colaterales

¿Se espera algún examen de conciencia de un PSOE que jamás ha pedido perdón por nada a pesar de sus evidentes responsabilidades en tantas cosas?

¿Se espera algún examen de conciencia de un PSOE que jamás ha pedido perdón por nada a pesar de sus evidentes responsabilidades en tantas cosas?
Zapatero y Sánchez en un acto de partido | PSOE

El primero de todos salta a la vista pero no parece tan visible para muchos. ¿Qué hubiera pasado si la sentencia del Tribunal Supremo se hubiera conocido antes de las elecciones andaluzas de junio? Aun más, ¿por qué no se conoció si ya estaba decidida y tal vez redactada? Los futuribles no son científicos, pero hay veces que ayudan a iluminar lo que pasa. Fíjense en 1984 de Orwell o en Sumisión de Houellebecq. Es muy probable que la suma de PP y Vox hubiera superado con creces la cantidad de diputados necesaria para un cambio esencial en Andalucía, que podemos cifrar en 2/3 del Parlamento andaluz.

Alguien logró evitarlo. Tal vez fueron los propios jueces que, animados por un ingenuo afán de neutralidad, rompieron su independencia procesal y judicial sin conseguir el equilibrio deseado beneficiando claramente a un partido y politizando ellos mismos lo que debería regirse por plazos reglados y trabajos conclusos. O tal vez fue la mano que mece tantas cunas, la que se esmera en ensuciar las togas con el polvo de los caminos. Y hay más. ¿Por qué anunciar el fallo de un modo tan anómalo sin sentencia ni documentos a finales de julio? ¿Es que era preciso este anuncio cuando en mayo ya estaba redactada la sentencia y se aplazó su exhibición pública? ¿Es que alguien espera que la canícula de agosto disuelva el escándalo para siempre?

El segundo es inquietante. Nunca antes dos presidentes nacionales del PSOE habían sido condenados por delitos, que vamos a llamar los "delitos comunes" entre los servidores públicos, prevaricación y malversación. Desde su fundación en 1879, algunos de sus presidentes fueron condenados —Besteiro y Largo Caballero tras la huelga de 1917—, pero por sedición, esto es, un delito político. Incluso este último ni siquiera fue condenado en el juicio que le acusó de ser el organizador del golpe de estado de 1934, que lo fue, como él mismo reconoció cínicamente en Mis recuerdos. Tampoco fue condenado en el juicio republicano por su abandono militar de la Málaga "roja" que originó la fuga masiva de milicianos y población civil cuando los "nacionales" llegaron a sus puertas a comienzos de 1937.

Chaves y Griñán han sido presidentes del PSOE de forma sucesiva desde el año 2000 al año 2014. Han sido la cúpula del partido en toda España y han sido la cúpula y todas las demás partes del templo socialista en Andalucía desde 1990 a 2012, 22 años, desde el campanario a la pila de agua bendita, al retablo y al cepillo (no se olvide). Además, han sido ministros del gobierno de España varias veces, junto con Magdalena Álvarez y dirigentes máximos de UGT (Manuel Chaves). De consejeros y viceconsejeros de la Junta andaluza ni hablamos. Tras esta sentencia, la segunda de un tribunal que los condena por delincuentes del dinero público, ¿se espera algún examen de conciencia general de un PSOE que jamás ha pedido perdón por nada a pesar de sus evidentes responsabilidades en tantas cosas?. Si lo hace, tendrá una esperanza de futuro. Si no, como pareció ayer, no tendrá otro camino que la desaparición de la escena histórica como en Francia e Italia.

El tercero. ¿Tiene alguna posibilidad el clavo ardiendo al que se quieren aferrar los condenados para no ir a la cárcel o al ostracismo político o a ambos? El clavo ardiendo se llama Tribunal Constitucional. Ayer, con los nervios desatados, se dijo de todo, hasta de una petición de indulto. Lo primero sería elevar un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional para impedir de forma inmediata y cautelar la entrada en prisión de los ocho condenados a tal pena, Griñán entre ellos. De no prosperar, se abriría el camino al indulto, camino ya trasegado por el inescrupuloso Sánchez.

La politización de la justicia en España ha llegado a tal extremo que ya se sabía que las dos juezas de la Sala del Supremo (ambas pertenecientes a Jueces para la Democracia) que los ha condenado iban a presentar un voto particular, voto clave para que el Constitucional admita a trámite los recursos de amparo. Miguel Ángel Pérez y yo examinamos la circunstancia hace meses. Pero reparen en un detalle cruel. ¿Qué habría pasado si en vez de dos hubieran sido tres los magistrados "progresistas" en este tribunal? No lo sabemos pero la cárcel habría desaparecido probablemente del horizonte penal.

Hay más. ¿Qué ocurrirá cuando el nuevo Tribunal Constitucional, que, como todo el poder judicial, debe renovarse tras la urgentísima ley instigada por Sánchez y aprobada con los votos de separatistas, comunistas, proetarras y cualquiera que pasara por allí? Pues puede ocurrir que el Tribunal Constitucional que hipotéticamente admita a trámite los recursos de amparo no tenga los mismos miembros que el Tribunal Constitucional que deba resolver sobre ellos, donde muy probablemente el peso político de la "izquierda judicial" se habrá incrementado.

¿Y si no se admitieran los recursos de amparo? Pues, visto lo visto, y asumido que ninguno de los condenados contempla la posibilidad de entrar en la cárcel como lo ha hecho, por ejemplo, la esposa de Luis Bárcenas o el propio Iñaki Urdangarín, y por mucho menos en cantidad y calidad, no me cabe duda de que Griñán y pandilla pedirán el indulto arbitrario del gobierno forzando la desconsideración pública del Tribunal Supremo y sus decisiones. Ya lo mencionaron ayer. Será un escándalo, pero por Sánchez no quedará. Ya ha entrenado con los separatistas catalanes y con algunas feministas delincuentes.

Hay un último interrogante dedicado al PP de Feijoo y Juan Manuel Moreno. La sentencia de los ERE es la punta del iceberg de la tela de araña andaluza (que hay otras en otras regiones) tejida por el PSOE durante casi 40 años con el fin de impedir la alternancia democrática y demonizar como fascistas a todo el centro derecha, algo que parece haber olvidado el actual PP.

Desde la educación a la sanidad, desde las cajas de ahorros, desaparecidas por cierto, al control informativo de Canal Sur TV, desde la publicidad institucional y adjudicaciones de radios, desde los contratos públicos al enjambre de "chiringuitos" de sostenimiento de sus aliados (el caso de la Asociación Andaluza para la Defensa de la Infancia y la Prevención del Maltrato (ADIMA) y su Equipo de Evaluación e Investigación de Casos de Abuso Sexual (EICAS), condenada por inducir a un hijo a denunciar falsamente abusos sexuales de su propio padre), desde la perversión de la función pública a la inserción de una "administración paralela" en la Junta formada por personas afines al PSOE. Y quedan más de 200 juicios pendientes del caso ERE, más los de los cursos de formación y los grandes macrocasos, como el de la agencia IDEA, entre otros, pendientes.

La pregunta es: ¿Lo harán bien o como siempre? ¿Repetirán lo hecho en estos últimos cuatro años en los que apenas se ha movido un mueble de todo el edificio, pensando, como siempre, en que la economía es lo único que interesa a la baja gente de a pie y que, en vez de cambiar el régimen hay que asumirlo, tragarlo y digerirlo para succionar así bolsas de votantes a un PSOE malherido y al comunismo cambembo? Es lo que han hecho desde 2018 a 2022. Les ha ido bien porque tenían a Ciudadanos para sorber y a Vox para asustar. Pero ahora el PP está solo ante sus propios actos. Alfonso Guerra, que puede ser malo pero nunca ha sido tonto, lo ha clavado. El PP ha hecho lo mismo que el PSOE, ha dicho. Si lo sabrá él.

¿Lo va a seguir haciendo o, con la ayuda de Vox y de mucha gente más que está harta de que Andalucía sea el culo de Europa siendo como es la comunidad con más identidad, posibilidad de riqueza y personalidad cultural de España, se va a atrever al cambio real? ¿Se atreverá a combinar democracia limpia y sana con desarrollo y progreso, educación libre, no sectaria y crítica con una comunicación pública abierta y debates públicos de calado (ay, Balbín)? ¿Logrará equilibrar hoteles y ladrillos con campo, laboratorios de investigación e industrias y comercios avanzados? ¿Cultivará valores éticos constitucionales y respeto a la verdad histórica con empleo digno y atención social? ¿Logrará equilibrar una administración reducida con una sociedad empresarial y civil fuerte, no dependiente de la Junta y una autonomía limitada para potenciar la unidad nacional? Lo veremos. Se verá.

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