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Pedro de Tena

La guerra fría civil

En España ha dado comienzo la guerra fría civil, cuya mecha fue encendida por José Luis Rodríguez Zapatero y su ley de Memoria Histórica.

En España ha dado comienzo la guerra fría civil, cuya mecha fue encendida por José Luis Rodríguez Zapatero y su ley de Memoria Histórica.
Mariano Rajoy estrecha la mano de José Luis Rodríguez Zapatero delante de José María Aznar, durante los funerales de Adolfo Suárez en 2014 | Archivo

Cuando en familia hemos conversado sobre nuestra generación, la del 50, siempre hemos valorado con admiración y cierta incredulidad que hayamos sido unos españoles privilegiados. No sólo en la década que llevó de 1950 a 1960 ya no hubo necesidades elementales tan apremiantes como en la anterior sino que desde entonces el nivel de vida subió de manera continua permitiendo el acceso al trabajo, a la propiedad de viviendas y al disfrute de los principales bienes de consumo de la época. Sí, aquello también fue el franquismo y por eso, entre otras cosas, duró tanto. Hubiera durado más si en vez de suicidarse como régimen para facilitar las aspiraciones democráticas, más concordantes con el futuro europeo, se hubiera encastillado. Pudo haberlo hecho porque podía hacerlo. Eso sí, las consecuencias hubieran sido mucho peores para todos y no lo hizo.

Además, en estas charlas de mesa camilla siempre hemos reparado en que la nuestra ha sido una generación que no ha conocido la guerra abierta y declarada. Desde el fin de la terrible Guerra Civil en 1939, ningún español no militar ha tenido una experiencia bélica ni contra otros países ni contra nosotros mismos. No hemos tenido ni un Marruecos ni un Vietnam ni unos Balcanes ni un Irak (mienten los que lo afirman).

Con la llegada de la democracia a España de la mano de la Constitución de 1978 muchos creímos que el peligro de una reedición de una guerra civil estaba conjurado. Con la democracia constitucional, el bienestar y la libertad habían ascendido escalones impensables poco antes y España formaba parte de las mejores naciones del mundo. No era perfecta, pero el camino era adecuado para la convivencia. Salvo grupúsculos que se extinguieron o atentados inexplicados como el del 11-M, el único foco principal de violencia fueron los asesinos de ETA que no pararon de matar ni cuando se accedió a instituciones democráticas. Ni siquiera cuando el PSOE llegó al gobierno en 1982. Siguió matando y matando hasta marzo de 2010.

Que en plena conmemoración del miserable asesinato del concejal del PP en Ermua, Miguel Ángel Blanco, el gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez y Bildu hayan cerrado un acuerdo parlamentario para dar luz verde a una Ley de Memoria "Democrática" que pretende ocultar la historia real de España y sustituirla por una historia izquierdista al gusto terrorista, creo que es una declaración abierta de guerra fría civil.

Mientras en el mundo, tras la invasión de Ucrania, ha estallado la guerra fría entre la OTAN y el inestable y endeble bloque ruso-chino, en España ha dado comienzo la guerra fría civil cuya mecha fue encendida por el bien pagado defensor de dictaduras filocomunistas, José Luis Rodríguez Zapatero y su ley de Memoria Histórica (respetada inexplicablemente por el PP). Ya no tengo duda alguna de que el propósito de este largo caballero llamado Pedro Sánchez es continuar hurgando en aquella herida civil y, ahora abiertamente, liquidar la generosa Transición democrática y reventar la convivencia nacional de una inmensa mayoría de españoles liberada del odio y el rencor por familias que perdonaron y por unas instituciones que han sido y deben ser compartidas en un proceso de alternancia democrática.

Las palabras de Bildu sobre "sacudir el relato de la Transición ejemplar" expresan una voluntad y un hecho. La voluntad es la de oscurecer, por ahora hasta 1983, los casi 400 crímenes cometidos por la banda desde su fundación hasta ese año y cargar sobre la vieja UCD de Adolfo Suárez, el PSOE de Felipe González y el PCE de Santiago Carrillo con la culpa de sus asesinatos. Consigue además que Pedro Sánchez, para mantenerse en la presidencia del gobierno, humille a los militantes socialistas —de los que 12 fueron asesinados por la banda (el último Isaías Carrasco en 2008)— y rompa el consenso constitucional, que será el siguiente paso para la ruptura nacional.

Jaime Mayor Oreja lo lleva advirtiendo desde hace años. Hay un nuevo Frente Popular social-comunista-separatista que está en el gobierno, que "no tiene límites ni los tendrá" y que ya es una amenazadora realidad. Su presencia totalitaria –la democracia etarra del tiro en la nuca, la catalanista del golpe de estado y las continuas intromisiones del socio-comunismo en la vida democrática institucional y en la libertad de las personas y familias son antidemocracias—, dará paso a la vertebración de otro frente, aún en germen, que formarán PP, Vox, lo que queda de Ciudadanos y otros partidos menores. Si el PP no se entera, la historia le pasará por encima porque desde ahora me parece evidente que la guerra fría civil ha estallado en España.

Nunca creí que esto pudiera pasar, pero está pasando. Llamar a las cosas por su nombre es una obligación moral. La necesidad de configurar una mayoría política amplia y estable capaz de parar esta locura es urgente y necesaria.

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