
La historia comenzó a mediados del verano, cuando el alcalde de Formigueras (Francia), Philippe Petitqueux, dejó este pequeño municipio de los Pirineos Orientales —entre 400 y 490 habitantes, según las fuentes— para instalarse en Tahití. Su primer teniente de alcalde, Serge Vaills, contó al diario Le Parisien que pensaba que la ausencia iba a durar "solo unas semanas", pero el tiempo pasó y el Ayuntamiento encadenó cinco meses sin noticias directas de su regidor. Más tarde supo que Petitqueux se había marchado a la Polinesia para trabajar en un parque de arborismo.
Plantilla bajo mínimos
La marcha del alcalde dejó varios expedientes bloqueados, pues determinadas autorizaciones dependen exclusivamente de su firma. "Seguimos haciendo que el Ayuntamiento funcione, pero algunos expedientes están bloqueados porque solo el alcalde tiene las autorizaciones", lamentó Vaills. A esa situación se sumó una cadena de dimisiones que redujo la plantilla de once a seis trabajadores. "Fuimos elegidos, así que tenemos la responsabilidad de que la administración municipal siga operativa", señaló Vincent Picheyre, segundo teniente de alcalde.
Entre los vecinos, el malestar aumentó al saberse que Petitqueux continuaba percibiendo indemnizaciones mensuales de algo más de 1.000 euros pese a encontrarse a más de 15.000 kilómetros. "Podría haber habido más comunicación por parte del Ayuntamiento sobre este asunto", protestó un vecino en Franceinfo. Otra residente fue más tajante: "Normalmente, se cobra por el trabajo que se hace. Si no se realiza el trabajo, no se pueden percibir las indemnizaciones". Desde la Prefectura explicaron que tuvieron noticia del caso en octubre y que la suspensión de esos pagos correspondía exclusivamente al Consejo Municipal. El prefecto autorizó a Vaills a firmar documentos con la fórmula "alcalde impedido", aunque el propio teniente de alcalde admitió su incomodidad: "No está impedido, simplemente se ha ido".
La versión del alcalde
La creciente repercusión mediática obligó finalmente a Petitqueux a explicar su ausencia. En un comunicado sostuvo que "la realidad de mi marcha ha sido deformada e instrumentalizada" y defendió que su instalación en la Polinesia "no tiene nada de una salida precipitada", sino que responde a un "proyecto previsto y meditado", del que asegura haber informado a su equipo en primavera. Sobre el cobro de indemnizaciones, afirmó: "Percibí indemnizaciones hasta el mes de septiembre, periodo durante el cual efectivamente seguí trabajando. No he percibido ninguna indemnización después de esa fecha".
El ya exalcalde también dirigió duras críticas a Vaills. Dijo que "actuó muy poco durante todo el mandato pese a la amplitud de sus delegaciones" y que sus declaraciones públicas "demuestran su voluntad de ponerse por delante en un periodo preelectoral". A ese cruce de reproches añadió la descripción de un "clima humano muy tenso" en la vida municipal, marcado —según él— por "insultos, amenazas y violencias", y por un uso tóxico de las redes sociales donde habrían circulado "rumores, ataques personales y comentarios infundados". Aseguró que esa tensión alcanzó también a su familia: "Mis hijos fueron tomados como objetivo en su centro escolar". Además, afirmó que algunos empleados municipales dejaron su puesto tras sufrir ataques o presiones. Se declaró "cansado de esta agresividad permanente" y defendió que la vida pública debe desarrollarse "con respeto, moderación y sentido del bien común".
Consecuencias en el municipio
Tras meses ausente, Petitqueux optó finalmente por presentar su dimisión. Formigueras continúa funcionando con una plantilla reducida y un equipo municipal que intenta mantener los servicios básicos mientras se reorganiza internamente. El Consejo Municipal debe votar ahora la suspensión de las indemnizaciones del alcalde saliente, después de que el prefecto señalara que se podían dejar de abonar. Quedan aún las elecciones municipales de 2026 en el horizonte, aunque por el momento se desconoce si Petitqueux tiene intención de intentar volver al cargo.


