
Nunca se sabe, pero es posible que el día más tranquilo se vuelva de repente caótico, por culpa de un escape de agua propio o del vecino o, peor aún, una entrada en tromba desde el exterior por uno de esos torrentes que el cambio climático produce. No hace falta haberlo vivido para imaginar la mezcla de nervios, preocupación y esa frase que todos pensamos: "¿Y ahora qué hago yo con esto?"
De forma general, todos actuamos igual en estas condiciones, miramos el daño, y calculamos someramente cuánto costará y cuánto tiempo llevará arreglarlo. Sin embargo, lo que deberíamos hacer a la mayor brevedad posible es cerrar la llave de paso, la propia o la del vecino si proviene de otra casa, y si es del exterior tratar de cerrar la entrada de agua.
Ese gesto que parece tan sencillo evita que el problema crezca mientras intentas entender qué ha pasado. Después, el siguiente paso sería secar lo que esté al alcance, moviendo un mueble, buscando la tubería, vigilando los conductos de entrada como puertas y ventanas. No arregla el problema, pero sí ofrece cierto control en un momento que se siente que nos supera.
En esos primeros minutos también conviene tener presente qué tipo de coberturas del seguro de hogar se tienen, así como saber cómo funcionan. Mucha gente no lo revisa hasta que ocurre un desastre y es una pena, porque entender qué cubre la póliza, y qué no, cambia por completo el proceso. Las compañías suelen hacerse cargo de daños por fugas internas, roturas de tuberías o golpes de agua por lluvia en determinadas circunstancias, pero el mantenimiento deficiente o las instalaciones manipuladas suelen quedar fuera. Saber esto te ayuda a explicar las cosas con claridad cuando des el parte.
Tras controlar lo urgente, toca documentar. Sin tener que montar un reportaje profesional, bastará con unas fotos y un vídeo corto que muestren origen, extensión y zonas afectadas. De este modo, se facilitará el trabajo del técnico y se evitarán dudas más adelante. Cuando el perito llega y ve que has guardado pruebas, todo fluye mejor.
Una vez hecho esto, llega el momento de llamar a la aseguradora. Cada vez más compañías permiten abrir el parte desde la app, y en pocos minutos tienes cita con un profesional. Aquí es clave ser lo más concreto posible al explicar cuándo empezó, qué zonas están mojadas, si también afecta a algún vecino, detalles que ayudarán a acelerar la reparación.
Un consejo que suelen repetir los técnicos es no tocar nada más de lo imprescindible antes de la visita del perito; necesitan ver el origen real del daño. Si desmontas medio baño intentando arreglarlo por tu cuenta, puede complicarse la valoración, retrasar la solución e incluso que esta se vuelva en contra del asegurado. Lo esencial es evitar que vaya a más y esperar.
Cuando el profesional revise la avería, deberá explicar el origen, la reparación y los plazos. Y aunque cada caso es un mundo, hay algo que sí se repite: tener un seguro bien ajustado marca la diferencia. A veces pagamos una póliza sin leerla y, cuando ocurre un siniestro, descubrimos que justo lo que necesitamos no está incluido o, al contrario, pensamos que será un drama económico y luego resulta que la póliza se hace cargo de casi todo.
Conviene recordarlo porque, en el fondo, los daños por agua son un problema habitual, pero manejable. Y aunque nadie quiere vivir esa escena de toallas, cubos y llamadas urgentes, saber cómo actuar quita un peso enorme.
