
La Guardia Civil ha confirmado que los restos hallados el miércoles 1 de octubre en una zona de monte próxima al casco urbano de Oliva, Valencia, corresponden a Beatriz Guijarro, una joven madre de 28 años desaparecida desde la madrugada del 9 de agosto. El cadáver, en avanzado estado de descomposición y con signos de carbonización, ha sido localizado por una pareja de senderistas en una zona de difícil acceso cercana a la montaña de la Creu.
El hallazgo se ha producido en una zona de pinos afectada por un incendio el pasado 4 de septiembre. La zona ya había sido objeto de búsqueda por parte de las autoridades, pero no fue hasta esta semana cuando los senderistas alertaron del hallazgo de lo que, inicialmente, pensaron que eran restos de un animal. La proximidad al lugar donde Beatriz fue vista por última vez, así como la localización de su teléfono móvil y una tarjeta bancaria, apuntaron desde el principio a su identidad.
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Los restos fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal de Valencia, donde los médicos forenses realizaron una autopsia preliminar. Esta primera exploración no ha encontrado señales evidentes de violencia en los restos óseos, aunque el estado del cuerpo, deteriorado por el fuego y las lluvias recientes, dificulta detectar posibles lesiones en los tejidos blandos.
Sin signos visibles de violencia, pero con graves daños por fuego
Según la información del diario el Levante-EMV, los restos no muestran lesiones por arma blanca ni por arma de fuego, aunque el alto grado de carbonización impide descartar otras causas de muerte como el estrangulamiento o la asfixia. La destrucción del cuerpo también complica la posibilidad de detectar trazas tóxicas, ya que las pruebas de toxicología podrían verse afectadas por la ausencia de tejidos blandos y cabello, también destruidos por el fuego.
El incendio que afectó a la zona el 4 de septiembre, presuntamente originado por un conflicto vecinal ajeno al caso, arrasó la vegetación de la ladera, por lo que podría haber calcinado el cuerpo de forma posterior y accidental.
La postura del cuerpo, clave en la investigación
Uno de los elementos que refuerzan la hipótesis de que se trata de Beatriz es la posición del cadáver. Según fuentes citadas por Levante-EMV, el cuerpo fue encontrado boca abajo, con un brazo flexionado y la pierna derecha estirada, a escasa distancia de una valla metálica de la autopista AP-7. Por esta razón, se sospecha que la joven pudo golpearse accidentalmente al intentar atravesar la zona.
El cadáver se encontraba a menos de 500 metros del lugar donde supuestamente se bajó del coche con un conocido la madrugada de su desaparición. El teléfono móvil fue hallado muy cerca del cuerpo por agentes del grupo de Homicidios de la Comandancia de Valencia y del laboratorio de Criminalística desplazados al lugar.
Últimos movimientos conocidos antes de su desaparición
Beatriz fue vista por última vez tras despedirse de su pareja en Oliva. Sin embargo, cámaras de seguridad la captaron minutos después cambiada de ropa y caminando sola hacia la parte baja del municipio. Más tarde, se confirmó que estuvo en casa de una tía segunda junto con un hombre conocido por ambas. Este hombre ha declarado que estuvieron juntos hasta cerca de las 7:00 de la mañana, y que luego la dejó en la zona próxima al lugar del hallazgo.
Por el momento, la Guardia Civil mantiene abierta la investigación y no descarta ninguna hipótesis. Aunque la versión del acompañante coincide por ahora con los datos recabados, se está a la espera de los resultados completos de la autopsia y de las pruebas de ADN y toxicología para determinar si realmente se trató de un accidente o si hubo intervención de terceros.
Uno de los focos de la investigación se centra en determinar si Beatriz estaba desorientada o en mal estado cuando fue dejada sola en una zona de difícil acceso. En tal caso, el acompañante podría enfrentarse a una posible imputación por omisión del deber de socorro, un delito castigado con penas de prisión.



