
El secuestro y las agresiones sufridas por una joven en Hamburgo en agosto de 2023 conmocionaron a Alemania por la brutalidad de los hechos. Su expareja, Jaser A., un afgano de 33 años, la retuvo durante siete días en su propio domicilio con la ayuda de tres cómplices. En ese tiempo fue golpeada, violada y humillada, además de obligada a tatuarse en el abdomen el apodo de su captor, Elyas (también transcrito como Elías), en letras cursivas y de gran tamaño.
El caso se resolvió en parte en 2024, cuando el Tribunal Regional de Hamburgo condenó al acusado a nueve años de prisión y detención preventiva por violación, coacción, amenazas, privación de libertad y agresión. Sin embargo, el proceso judicial sigue abierto en 2025. El tatuaje, que la víctima ha tratado de borrar sin éxito, será objeto de una nueva audiencia en diciembre de este año.
Un tatuaje imborrable
La enfermera de 21 años relató ante los jueces cómo fue forzada a grabarse en el estómago, con letras cursivas y de gran tamaño, el alias de su agresor. "Es prácticamente un sello para demostrar a quién pertenezco", explicó. Pese a los intentos con láser, la marca ha resultado imposible de eliminar, y en el pasillo del tribunal llegó a mostrarla públicamente al levantarse el jersey.
La pesadilla comenzó el 23 de agosto de 2023, cuando la joven fue abordada en plena calle por Jaser A. y sus acompañantes, que la amenazaron con un cuchillo y la obligaron a seguirles. Tras el tatuaje, fue llevada a su propio domicilio, donde permaneció encerrada durante siete días sometida a abusos, palizas y vejaciones que fueron incluso grabadas en vídeo. "Me golpeó, mordió y pateó repetidamente, y me filmó amordazada y medio desnuda", declaró en una de las vistas.
El calvario terminó cuando un equipo especial de la policía alemana irrumpió en el apartamento y logró rescatarla. La joven explicó que había conseguido recuperar su teléfono y contactar con sus padres, lo que permitió la intervención policial.
Nueva audiencia en diciembre
Durante el juicio de 2024, el juez presidente calificó la conducta del agresor como "inhumana", llegando a comparar el trato a la víctima con el de "un pedazo de ganado". También subrayó la fortaleza de la joven: "Si hubiera sido débil, el acto la habría destrozado. Afortunadamente, no lo es".
La mujer, que declaró querer "dejar todo atrás" y confió en que "el tiempo traerá algo de curación", deberá regresar a los tribunales en diciembre de 2025 para una nueva audiencia sobre el tatuaje que aún la marca física y psicológicamente.

