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Una sonrisa de desprecio

La condecoración que Rubalcaba ha concedido a Driss Jettou, ex primer ministro marroquí ha levantado gran polémica por su papel como ministro del Interior, cuando Marruecos tomó el islote de Perejil. Pero, ¿y el 11-M?

Durante los últimos veinte años del reinado de Hassan II, el hombre fuerte del régimen fue el todopoderoso ministro del interior, Driss Basri. Nada sucedía en Marruecos de lo que Basri no estuviera enterado. Ningún gobierno se formaba sin su aquiescencia. Ninguna actividad política no consentida escapaba a la detección y a la represión por parte de los servicios de información que Basri dirigía.

Pero aquello cambió en 1999, tres meses después del ascenso de Mohamed VI al trono. Basri, que lo había sido todo, tuvo que marchar al exilio cuando el nuevo Rey prescindió de sus servicios. Jorge Dezcallar, el entonces embajador en Marruecos, cuenta que se entrevistó con el rey de Marruecos inmediatamente después de comunicar éste a Basri su cese. Según Dezcallar, la cara de Mohamed VI reflejaba alivio, "como si acabara de realizar una hazaña" al desembarazarse de quien controlaba con puño de hierro la política marroquí. Los últimos ocho años de su vida, los pasó Basri en París.

Pocos meses después del 11-M, Driss Basri efectuó una visita a España. Entre las personas con las que se entrevistó se encontraba un ex-ministro del gobierno Aznar, con quien mantenía buena relación y a quien veía de cuando en cuando.

- ¿Podría el atentado del 11-M haber sido organizado por los servicios secretos marroquíes? - le preguntó a Basri el político popular.

- ¡Qué más quisieran los servicios secretos marroquíes que poder organizar un atentado de esa envergadura! - le respondió Basri, despectivo.

Sabía bien de lo que hablaba. No en vano había dirigido personalmente esos servicios durante décadas. Aunque no todo el mundo tiene por qué estar de acuerdo con esa valoración, por supuesto. Habría que preguntarle al ministro Moratinos, por ejemplo, qué quiso decir el 15 de julio de 2004, cuando realizó unas polémicas declaraciones, en la que afirmó que "si no se resuelve el conflicto del Sáhara viviremos situaciones como el 11-M".

Una reunión secreta

Independientemente de la opinión de Driss Basri sobre la inoperancia de los servicios de información marroquíes de cara a organizar un macroatentado en suelo europeo, en lo que Marruecos sí ha jugado un papel nada desdeñable, con posterioridad a la masacre, es en todo lo referente a las investigaciones del 11-M. La ayuda marroquí ha resultado fundamental, por ejemplo, a la hora de dotar de credibilidad a una versión oficial cogida con alfileres.

Como ya contara en su día Libertad Digital, una semana después del atentado del 11-M, y dos semanas antes de la explosión de Leganés, el embajador español en Rabat recibió una llamada desde una de las bases aéreas cercanas a Madrid. Su interlocutor le comunicó que Taieb Fassi-Fihri, adjunto al Ministro de Exteriores marroquí, acababa de salir desde Madrid hacia Marruecos en un avión de las Fuerzas Aéreas marroquíes que había ido a recogerle. El segundo del Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí había acudido a Madrid a entrevistarse en secreto con Moratinos, sin conocimiento del Gobierno del PP, ni tampoco de la Embajada española en Rabat.

El embajador español se quedó estupefacto. ¿Por qué Moratinos mantenía una reunión secreta con las autoridades marroquíes tan sólo una semana después de los atentados del 11-M, sin informar al Gobierno de Aznar, que todavía estaba en funciones? ¿Qué tenía Moratinos que tratar o negociar con tanta urgencia que no pudiera esperar a la toma de posesión del nuevo Gobierno, prevista para escasas semanas después?

Lo cierto es que, a partir de entonces, Marruecos suministró "información" que resultaría crucial a la hora de remendar una versión oficial del atentado llena de costurones y de tapar los agujeros de un relato de los hechos que hacía aguas por todas partes. Aunque los dos hechos no tienen por qué estar relacionados, claro.

Llamadas desde el más acá

Nunca nos han querido explicar, por ejemplo, qué papel jugó la inteligencia marroquí en uno de los episodios de intoxicación mejor documentados del 11-M: la explosión del piso de Leganés.

Ya hemos hablado hasta la saciedad de cómo se elaboraron falsos testamentos, de cómo se enviaron falsos faxes o de cómo se realizaron falsas llamadas de despedida para convencer a los españoles de que en Leganés se suicidaron siete peligrosos islamistas radicales, mientras estaban rodeados por la Policía.

Una de esa serie de llamadas tiene como protagonista destacado al servicio de información marroquí. En la propia tarde del 3 de abril, los mandos policiales que se encontraban en Leganés recibieron de sus suborniados la información de que los "suicidas" rodeados en el piso estaban llamando a sus familiares en Marruecos para despedirse. Al parecer, las llamadas habrían sido interceptadas en la embajada española en Marruecos y dos funcionarios del ministerio de interior marroquí habrían ayudado a traducirlas.

Sin embargo, aquel episodio no puede ser sino un montaje, como ya explicamos en su día en Libertad Digital, aunque sólo sea porque, como reveló el periódico marroquí Le Journal Hebdomadaire, la petición de ayuda al ministerio de interior marroquí para traducir las llamadas de "despedida" se produjo a las 3 de la tarde del 3 de abril es decir, cuatro horas antes de que esas llamadas dse produjeran. El hecho de que algunos de los móviles "utilizados" para hacer esas llamadas siguiera activo un mes después de la explosión del piso de Leganés no hace sino añadir un detalle chapucero y chusco a uno de los episodios peor resueltos de un guión - el de la versión oficial del 11-M - lleno de incoherencias por todas partes.

La carrera más larga del mundo

Se ha especulado también hasta la saciedad con la relación que pudiera existir entre uno de los encausados del 11-M, Abdelmahid Bouchar, y los servicios de información marroquíes.

Abdelmahid Bouchar, "el galgo de Leganés", es ese personaje que nos dicen que salió huyendo del piso de la calle Carmen Martín Gaite, escapando al cerco policial. La versión oficial es que bajó a la calle a tirar la basura y, al sospechar de las personas que vio por la zona, echó a correr, despistando a sus perseguidores. A ello le ayudó su buena forma física, ya que solía correr maratones.

Cómo pudo Bouchar, por muchos maratones que estuviera acostumbrado a correr, escapar a un cerco policial con decenas de efectivos es algo que nadie nos ha sabido explicar. Como tampoco nadie nos podrá explicar nunca, por supuesto, cómo es posible que "el galgo de Leganés" fuera capaz de dejar atrás no ya a decenas de policías, sino incluso a los vehículos y helicópteros que marcaban la zona. Mucho tuvo que correr.

Mucho y durante mucho tiempo, porque continuó huyendo durante quince meses por toda Europa, en un periplo nunca explicado, para terminar siendo detenido en junio de 2005 en Serbia. Un lugar muy natural para que un musulmán se refugie, como todo el mundo sabe.

Pero si escandalosa es su supuesta huida del piso de Leganés y escandaloso resulta el episodio de Leganés, más escandaloso aún resulta el trato que Bouchar recibió en el juicio del 11-M: mientras que el juez Gómez Bermúdez sentenciaba que los siete "suicidas" de Leganés eran, indudablemente, autores materiales de la masacre, a Abdelmahid Bouchar, que también se encontraba en el piso y salió huyendo de él, se le absolvía de esa misma acusación.

¿Quién es realmente Abdelmahid Bouchar y para quién trabaja?

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