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EDITORIAL

Zapatero: el verdugo victimista

Durante estos siete años los españoles hemos recibido una ración diaria de socialismo que nos ha conducido hasta la indigestión. Nadie que no se halle cegado por el fanatismo ideológico puede creerse que la crisis haya venido exclusivamente de fuera.

Zapatero ocupará un oscuro capítulo dentro de la historia de nuestro país por tres motivos fundamentales: la rendición ante ETA, la desvertebración de España y la depresión económica. Entra dentro de lo previsible, por tanto, que incluso antes de abandonar La Moncloa se dedique con energía a tratar de lavar la imagen de su catastrófica acción de Gobierno, pues a nadie le agrada ser considerado por las generaciones venideras una catástrofe nacional.

Este domingo, el presidente del Gobierno que ha condenado a cinco millones de españoles al desempleo y que ha estado a punto de conducir en más de una ocasión al país a la suspensión de pagos se presentaba como una "víctima" de la crisis. La responsabilidad de la misma, aseguraba Zapatero, no es suya, sino de la derecha: de sus desregulaciones y de su fe religiosa en los mercados.

Un camelo muy útil para la narrativa izquierdista pero que casa muy mal con la realidad. Al cabo, Zapatero lleva gobernando España más de siete años, largo período en el que ha dado tiempo tanto para que se gestara la mayor burbuja inmobiliaria del mundo como para que explotara. Durante todo este ciclo económico, el PSOE ha contado con el casi absoluto poder del BOE, ¿y cuál ha sido su política de izquierdas durante ese tiempo? Primero aprovecharse de la burbuja para incrementar de manera insostenible y disparatada los gastos del Estado (especialmente el de las autonomías) y después recurrir al déficit público para tratar de estimular en vano una economía encallada en la construcción y para intentar no emprender ninguna de las reformas que ésta necesitaba.

Durante estos siete años los españoles hemos recibido una ración diaria de socialismo que nos ha conducido hasta la indigestión. Nadie que no se halle cegado por el fanatismo ideológico puede creerse, como afirma Zapatero, que la crisis haya venido exclusivamente de fuera: no en vano, mientras el PSOE se enorgullecía de estar conduciéndonos hacia el pleno empleo y de superar en renta per cápita a Italia, nuestro país acumulaba unos fortísimos desequilibrios que nos llevaron a edificar, en 2006, alrededor de 800.000 viviendas: más que Alemania, Francia y Reino Unido juntos.

De hecho, si tan externa y derechosa es la crisis, ¿cómo es posible que Estados Unidos o Alemania estén ya recuperándose con vigor mientras nosotros seguimos avanzando hacia el quinto millón de parados? La respuesta es sencilla: nuestra crisis, gestada durante la primera legislatura de Zapatero, tenía impronta indudablemente española, como la tiene también toda la política y legislación antisocial a fuer de izquierdista con la que el PSOE viene frustrando cualquier expectativa de recuperación. Ni austeridad, ni reforma laboral, ni consolidación acelerada del sistema financiero.

El verdugo victimista de Zapatero sólo se ha movido a golpe de Bruselas y de los mercados. Somos los españoles quienes con justicia podríamos quejarnos, y no de una derecha que abandonó el poder a principios de 2004, sino de un socialismo que lo retenido desde entonces y cuyo legado es exactamente el mismo que ha exhibido la izquierda en cualquier época y lugar: pobreza generalizada.

En Libre Mercado

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