Últimamente se oye mucho esa palabra tan cara a los diplomáticos: bilateral. Con ella se refieren a las relaciones entre dos países. Cuando así se remacha, es que suele aparecer un tercero encubierto, cuando no varios. Por ejemplo, en las relaciones bilaterales entre España y Marruecos se cuelan casi siempre los oficios de Francia o los Estados Unidos. Por cierto, los políticos dicen “España y el Reino de Marruecos”. ¿Es que España no es también un Reino? Lo mejor es quitar la referencia a la forma de Estado en las denominaciones de los países. Así, queda mejor “la selección de fútbol de Irlanda” que no de “la República de Irlanda”. A lo que voy, la calificación de “bilateral” suele ser engañosa. El mundo de las relaciones internacionales es tan complejo que apenas hay lugar para relaciones bilaterales en sentido estricto. Siempre hay terceros países interesados. De tal forma es así que el término “bilateral” puede resultar eufemístico. Es decir, se emite para quedar bien.
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