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Amando de Miguel

Correcciones

Es muy difícil asegurar que una persona es inocente de un delito. Cuando sea condenada judicialmente, será culpable, pero, antes de eso, lo más propio es que sea no culpable.

Luis Ignacio Quintana Álvarez me comunica que la calificación “de respeto” –que yo atribuía a un capricho de la jerga militar– se utiliza también en el ambiente marinero. En ese ambiente se tiene “el máximo respeto al mar”. En efecto, “respeto” tiene ese sentido de algo muy serio. Las piezas o útiles “de respeto” lo son porque se tienen a mano para que no falten. Quizá me excedí un poco al considerar que era una palabra caprichosa de la jerga militar. Miguel Ángel Romeo Núñez especifica la sutil diferencia. “De respeto” es una pieza o útil militar que se tiene de reserva. “De repuesto” es esa sustitución para casos de avería o destrucción. Agradezco mucho la lección.
 
Javier Gómez Lanz (profesor de Derecho Penal) me envía un documentado alegato sobre la pertinencia de llamar “presunto delincuente” al sospechoso de un delito. En rigor, para don Javier, habría que llamarlo “presunto inocente”, puesto que es inocente hasta que no se demuestra judicialmente su culpabilidad. Es una apreciación ingeniosa. Yo no soy jurista, claro, es, pero veo las cosas de otro modo. Es muy difícil asegurar que una persona es inocente de un delito. Cuando sea condenada judicialmente, será culpable, pero, antes de eso, lo más propio es que sea no culpable. Por eso en el Derecho anglicano al procesado se le considera “culpable” o “no culpable”, pero sin que el juez o el jurado se atrevan a declarar que es “inocente”. De todas formas, en el habla corriente sí podemos calificar de criminales a algunas personas sin esperar a los requilorios procesales.
 
Johannes Kothny (San Sebastián) dice que “se le tuerce la vista” al ver cómo yo escribo Johnny, que aparece así: Jhonny. Pido perdón por la errata. No me dejan pasar ni una estos puntillosos lectores, y hacen bien. En casa del herrero los cuchillos deben estar siempre afilados.
 
Miguel Sánchez (Granada) es matemático, lo que le lleva a “discrepar mucho” de mi tolerancia con la progresiva eliminación de los ordinales. Quiero aclarar mi posición. Personalmente, utilizo los ordinales siempre que puedo. No se me ocurre decir “el treinta y cinco congreso” sino “el trigésimo quinto congreso”. Sin embargo, parece razonable convertir en cardinales los ordinales más largos. Por ejemplo, es más razonable decir el “novecientos noventa y nueve aniversario” de una batalla que el “noningentésimo nonagésimo noveno aniversario” de ese mismo suceso. Sin llegar a tanto, la práctica aconseja que en muchos casos reservemos los ordinales hasta el décimo para seguir después con los cardinales. Así, Pío IX (nono) y Pío XII (doce). O también, “vivo en el piso tercero” o “vivo en el piso catorce”. Por tanto el lamento de nuestro matemático de que “perder los ordinales sería de una desidia deplorable” no se sostiene. Los perdemos parcialmente. El argumento de que “algunos ordinales son muy complicados” don Miguel lo considera “un empobrecimiento cazurro y gravísimo del idioma”. O sea, que nuestro matemático insistirá en que este año celebramos “el quingentésimo duodécimo aniversario de la conquista de Granada por los Reyes Católicos”. ¿No sería más llano decir que “hace quinientos doce años los Reyes Católicos tomaron Granada?”.
 
Ángel Emilio confiesa que le da “repugnancia lingüística” la voz modisto. Su argumento es que, por lo mismo que decimos “pianista, telegrafista o futbolista”, hay que decir “modista”. Cierto es que tenemos “sastre” y “modista”, pero cuando un varón confecciona prendas de vestir para mujeres, la palabra que se usa es modisto. Así está en los diccionarios y en el habla corriente. Así lo empleo yo y no me arrepiento. La posible ambigüedad del término le va mucho al oficio, y espero que nadie se ofenda.
 
Enrique Brito me espeta: “no tienen usted ni idea” de lo que significa colmatar. Me proporciona la significación que traen los diccionarios y que se utiliza en Geología: “rellenar una hondonada o depresión del terreno mediante sedimentación de materiales transportados por el agua”. Yo le digo que en Urbanismo (ciencia más cercana al común que la Geología) colmatar es la operación de rellenar un terreno no urbanizado con edificaciones u otros desarrollos, como parques, vías, etc. Úsase también como pronominal. Por ejemplo, el plano del término municipal de Madrid está a punto de colmatarse con el proyecto de los nuevos barrios (popularmente llamados paus). En cambio, los municipios de Zaragoza o de Jerez de la Frontera, amplísimos como son, tardarán mucho tiempo en colmatarse. Dígame, don Enrique, si no es útil ese sentido que le indico y que emplean mucho los profesionales de la construcción, los funcionarios municipales y, en fin, los vecinos.
 

Miguel Ángel Romeo Núñez (habitual de este corralillo de las palabras) tiene dudas sobre si se debe anteponer el artículo a algunos nombres de países, como Argentina, Perú, India, Japón, Estados Unidos. Yo creo que en esos casos el artículo es potestativo: se puede poner o no según suene. A mí me gusta más decir la Argentina, el Perú, la India, etc., pero naturalmente solo para los contados casos en que se pide ese aderezo. Desde luego, yo siempre digo “las Naciones Unidas”, “la Unión Europea” o “la ETA”. No sé por qué tenemos que decir “el IRA” y en cambio se impone “ETA” sin artículo. En vascuence no hay artículos y en inglés se hurtan con frecuencia. Es una razón más para mantenerlos en castellano cuando se precisen.

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