Están bien las donaciones que se hacen unos idiomas a otros, pero algunas pueden llegar a estragar. Sobre todo cuando barbarismos se repiten con deleite. Hay uno que particularmente me irrita. Es el “como que” del catalán que tan mal suena en castellano. El otro día conté tres docenas de “como que” en la intervención de un colega madrileño ante una mesa redonda. Como todas las figuras retóricas, esta del “como que” hay que saber introducirla con gracia. Vale si es para conseguir un efecto de duda o ironía, pero nada más. Claro que es inútil lo que yo diga.
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