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Amando de Miguel

El dichoso artículo

El castellano mantiene la peculiaridad (no así el inglés) de exigir un género para los sustantivos. Así pues, se puede decir “el mal” y “la mar”, que no es exactamente lo mismo. A veces, el género nos da dos significados distintos. Por ejemplo, “el terminal” (de la red de ordenadores) o “la terminal” (del aeropuerto). El género de las palabras viene dado por su etimología; se lo pusieron los griegos o los latinos. A veces ese criterio no es posible. Nos guiamos entonces por una regla práctica: es masculino si acaba en “o”, femenino si termina en “a”. Hay excepciones: decimos “la ETA” y “el IRA”. Una es “banda” y el otro “ejército”. A saber.

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