Menú
Amando de Miguel

El lenguaje como sistema de comunicación

Seleuco me envía un artículo en donde desarrolla la noción de "lengua global" por oposición a "lengua local". La distinción es paralela a la que yo hago entre "lenguas de comunicación" y "lenguas étnicas". Gregorio Salvador habla de "lenguas de relación".

Josefina Poropat (Indiana, USA) sostiene que el idioma español empieza a serlo cuando los conquistadores de América, cada uno con un dialecto distinto, se dan cuenta de que les une una misma lengua. Hoy "debemos decir que el idioma que hablamos oficialmente en España y la América hispana es el español". Está claro que la observación a distancia es la que cuenta. Dentro de España nos movemos con lo de "castellano", que no es una etiqueta correcta, pero que por lo menos respeta el hecho de que hay otros idiomas españoles, bien que "étnicos".

Sara Sara Rivas (Santander) se queja de que en España no se puede uno referir al idioma español, expresión que se reserva cuando se sale al extranjero o cuando el interlocutor no es español. La cosa resulta contradictoria cuando en los países iberoamericanos dicen tranquilamente que ellos hablan español.

Seleuco me envía un artículo en donde desarrolla la noción de "lengua global" por oposición a "lengua local". La distinción es paralela a la que yo hago entre "lenguas de comunicación" y "lenguas étnicas". Gregorio Salvador habla de "lenguas de relación". Francisco Marcos-Marín se refiere a las "lenguas internacionales". El criterio de Seleuco es más por el número de hablantes de la lengua. Mi opinión es que cuentan más otros criterios, como lo expuesto en mi lección El habla de los españoles.

Max está de acuerdo conmigo en que, en el origen de las lenguas, hay muchos elementos onomatopéyicos. Su tesis es que el vasco no es tan primitivo como dicen, pues contiene muchas adherencias del latín, del francés y del español.

José María Navia-Osorio me saca los colores por mi equivocación de decir que el gesto de "te telefoneo" es el del pulgar en la boca y el meñique en la oreja. Es claro que el gesto verdadero es al revés, el pulgar en la oreja y el meñique en la boca.

Maribel Torbeck añade que el gesto del pulgar en la boca (preciso: con un ligero vaivén) equivale a decir que "a alguien se le ha ido la mano con el lingotazo y así justificamos su comportamiento chisporroteante". Bien visto.

Agustín Fuentes observa la disposición de los servicios o lavabos en muchos edificios públicos. Hay un cuarto para los varones, otro para las mujeres y un tercero para los inválidos, sin distinción de sexo, como si fuera un tercer sexo. A veces se hace coincidir el de inválidos con el de hombres. ¿Es que no hay mujeres inválidas? La observación es muy atinada.

Aprovecho la nota de don Agustín para contar una experiencia personal. De resultas de un tropezón se me ha roto un huesecillo del pie, por lo que llevo una temporada de pata enyesada y muletas. Con esa precaria posición observo las múltiples barreras arquitectónicas. Bien es verdad que en la Renfe, en los aeropuertos y hospitales hay un excelente servicio de sillas de ruedas, pero ese recurso está ausente en muchos otros edificios públicos. Son corrientes las escaleras sin rampa ni ascensor. Choca el obstáculo de las puertas que se abren para adentro, a veces con la exigencia de tener que hacer un esfuerzo para abrirlas. El tullido ocasional va en busca de los recónditos "servicios". A veces se presenta la duda de si dirigirse a la puerta con la silueta de un varón (dos piernas) o a la que ostenta el signo de una silla de ruedas. ¿Será esta última para uno y otro sexo? Tiene razón don Agustín. ¿Por qué los paralíticos han de ser epicenos? El lenguaje de los signos puede resultar sobremanera ambiguo.

En Sociedad

    0
    comentarios