Menú
Amando de Miguel

Étimos discutidos y discutibles

El otro día, uno de los sedicentes "indignados" de la Puerta del Sol nos llamó "violadores y genocidas". Éramos los integrantes de la pacífica tertulia de "Dando caña" de Intereconomía, dirigida por el ecuánime Gonzalo Altozano.

Mi excursión imaginativa por el étimo de "polvo" (en su acepción impúdica y coloquial) no parece convencer mucho a los libertarios. Javier Vicuña insiste en que el origen está en la frase de la Biblia "eres polvo y en polvo de convertirás". No me convence. Es una etimología muy socorrida, pero no tiene mucho fundamento. La prueba es que la acepción dicha de "polvo" no apareció en España hasta el siglo XIX. En todo caso, en siglos anteriores se decía lo de "polvo y paja" para algo despreciable. También es curioso que las dos palabras hayan derivado después hacia las acepciones impúdicas. Pero el origen debe de ser otro. Camilo José Cela insinúa que el impúdico "polvo" proviene de América, quizá de algunas lenguas indígenas. Ahí termina mi erudición, aunque seguiré investigando.

Javier Alvear insiste en el origen de la Biblia con el precedente de Horacio, "somos polvo y sombra". Sigue sin convencerme. Acierta don Javier en señalar que el verbo adecuado es "echar un polvo". Es una pista. Es el varón el que lo echa. Una mujer emplea menos esa expresión.

Mi cofrade Santiago Trancón avisa que lo de "polvo" quizá se asocie con "mancha", algo que se relaciona con el pecado original. La cosa aparece en el nombre que se da don Alonso Quijano, "don Quijote de la Mancha", no tanto por esa comarca como por la relación con los judíos "manchados". Eran los judíos que no se acababan de convertir al cristianismo. Está bien. Imagino que de ahí va a hacer un libro don Santiago. Esperándolo estoy.

Antonio Gayo no está conforme con el origen hebreo de la voz "misa", a la que yo me inclinaba. En su lugar, propone la concomitancia con el verbo latino "mitere" (= enviar). Su idea es que la expresión litúrgica del "ite, missa est" no debe traducirse como "os podéis ir, la misa ha concluido", sino "os podéis ir, la ofrenda ha sido enviada". El sujeto es la ofrenda o víctima del sacrificio, que queda elíptico, como ocurre tantas veces en latín. Bueno, que cada uno saque sus conclusiones. Ya sabemos que estos de las etimologías no es una ciencia exacta, ni siquiera aproximada. Lo que sí compruebo es que a la gente le divierte mucho averiguar el origen de las palabras o las expresiones.

Melitón Cardona insiste en que "imbécil" procede del que no tienen báculo o bastón de mando o de apoyo. Sigue sin convencerme. Es una idea que popularizó Unamuno y eso le concedió a la historia una gran autoridad. Pero don Miguel era muy amigo de las etimologías caprichosas, aun siendo catedrático de Griego. Es más sencillo pensar que en latín el "imbécillis" era el débil mental en el sentido médico, no despreciativo. Curiosamente, el sentido de insulto no proviene del latín sino del francés. A través de la lengua hermana y ya en el siglo XIX se empieza a utilizarse como un denuesto. En nuestros días es corriente la colección de insultos que dan a entender alguna minusvalía o enfermedad. Por ejemplo, enano, majara, gafe (= leproso), etc. Es una gran tarea, la de aumentar el repertorio de insultos sin llegar al estadio de lo soez, lo escatológico o lo ridículo. A mí me gusta mucho "rastacueros", un galicismo, que pudo ser "arrastracueros".

Conozco unos cuantos. El otro día, uno de los sedicentes "indignados" de la Puerta del Sol nos llamó "violadores y genocidas". Éramos los integrantes de la pacífica tertulia de "Dando caña" de Intereconomía, dirigida por el ecuánime Gonzalo Altozano. Nos quedamos patidifusos. Ante el insulto recibido sin ton ni son, lo mejor es aplicar la sabiduría popular de "cree el ladrón que todos son de su condición". No falla.

En Sociedad

    0
    comentarios
    Acceda a los 3 comentarios guardados