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Amando de Miguel

Frases y palabros

Francisco Moreno Doncel se lamenta de ese inútil verbo tan de moda que es "implementar", según él, "procedente de la informática". No lo creo. En inglés el verbo implement (= llevar a cabo o a término una acción) lleva siglos.

Luis Cáceres se pregunta por el origen de algunas expresiones misteriosas. Por ejemplo, "irse a la porra" o "a buenas horas, mangas verdes". Muy sencillo. Ambas tienen un origen militar. La "porra" era una especie de mástil que se colocaba en los campamentos militares para indicar la tienda que hoy llamaríamos de prevención, la que acoge a los arrestados. Así que el grito "¡vete a la porra!" equivalía a arrestar a un soldado. Lo de las "mangas verdes" alude al uniforme de los cuadrilleros de la Santa Hermandad, la primera Policía Nacional que hubo en Europa. Ya venía funcionando en la Edad Media, pero los Reyes Católicos le dieron una categoría definitiva y una organización que hoy diríamos "nacional". Su uniforme era una casaca verde, que entonces era un color nobiliario. Recuérdese "el caballero del Verde Gabán" del Quijote. No es casualidad que la Guardia Civil, creada a mediados del siglo XIX sobre la base de la tradición de la Santa Hermandad, terminara también con uniforme verde. A los efectos de la expresión citada, se recoge el tópico de muchas fuerzas del orden que, en la percepción popular, acostumbran a llegar tarde al suceso que pide su presencia.

Don Luis se queja de que hayamos introducido la expresión inglesa de "ponerse en los zapatos de uno" para indicar la empatía de ponerse imaginativamente en su lugar, su posición. Cierto es que no teníamos esa expresión en español, pero tampoco viene mal. El ejercicio de empatía no es el favorito de los españoles. Lo que hemos dicho siempre es "ponerse las botas" como equivalente vulgar de enriquecerse con avidez y no mucha limpieza. Las "botas" en el pasado eran un símbolo de los caballeros, de los nobles. Los pobres no llevaban botas.

Luis Bayo se queja de ese uso, derivado del inglés, que atribuye el título de "doctor" a cualquier médico. No creo que sea un anglicismo. En el Tesoro de Sebastián de Covarrubias (1611) se recoge la tradición castellana de llamar "doctores" a los físicos o médicos. Así ha seguido hasta nosotros. A mí solo me han llamado "doctor" en México y en Barcelona. Por cierto, don Luis echa en falta los "jocosos comentarios" de José María Navia-Osorio, antaño tan locuaz en este rinconcillo. También anima "al mosén del Delta del Ebro" (Hug Banyeres) a que siga emitiendo sus "oligocénicas opiniones". Francamente, no sé lo que es "oligocénica". Solo conozco la oligoastenoteratozoospermia, es decir, (como se puede deducir fácilmente) la escasez de espermatozoides. Los médicos es que son así de delicados con los pacientes. Bueno, las opiniones de don Hug son siempre bienvenidas por documentadas y pedagógicas. A don José María lo echamos todos de menos. Bastante tiene el hombre con el lío político de Asturias. Me prometió que escribiría un libro sobre esa experiencia. De casta le vendría al galgo.

Francisco Moreno Doncel se lamenta de ese inútil verbo tan de moda que es "implementar", según él, "procedente de la informática". No lo creo. En inglés el verbo implement (= llevar a cabo o a término una acción) lleva siglos. Procede claramente del latín implere (= llenar, cumplir, realizar). Por tanto, no nos debe resultar una idea muy ajena a los hispanos. Yo no recurro nunca a ese verbo, más que nada porque, efectivamente, hay equivalentes en español. Pero tampoco se debe hacer ascos al voquible cuando se trata de textos técnicos. Desde luego, lo recoge el DRAE con toda naturalidad. Los "implementos" (utensilios o herramientas) es palabra que se acepta con soltura. Si importamos implementos de otros países, no veo por qué no vayamos a poder importar palabras. Sobre todo porque los neologismos son gratis. Pocas cosas hay en este mundo que no cuesten dinero.

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