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Amando de Miguel

Hechos y dichos

Se prueba muy bien mi tesis de que la polisemia es la gracia del idioma. Como puede verse, la palabra cojones casi nunca quiere decir "testículos", una parte bastante molesta de la anatomía masculina.

Juan E. Martín (Chiclana, Cádiz) da su particular versión sobre el origen de la frase "ir de gorra".

Tiene su origen en la Salamanca medieval universitaria. Los estudiantes, todos de familias nobles y adineradas, se hacían acompañar de sirvientes y criados durante las épocas en que se desplazaban de sus lugares de origen a la ciudad universitaria, en este caso Salamanca, y se daba el hecho de que alguno de estos sirvientes, muchas veces protegido y compinche de máxima confianza, acompañaba a su señor a todas partes, incluso a sus clases, de manera que para que los amos fuesen distinguidos de los criados en el aula, estos habían de estar tocados con un gorro. Si a la salida de las clases al señorito le apetecía divertirse y tomar algo, el criado que iba "de gorra o gorrón", como se dio en llamarles, comía y bebía a expensas de su amo.

A propósito de la frase "quedar peor que Cagancho en Almagro", Juan Ponce me hace llegar la historia sobre el origen del apodo Cagancho. El que iba a ser torero, cuando niño, vendía ganchos o garabatos para colgar la matanza y pregonaba: "¡A real ca´gancho!"

Don Juan me regala con una frase que, de niño, le espetaban sus abuelos: "¡Algún día te vas a encontrar un bolso sin dinero!". La maldición equivalía a una sorpresa desagradable.

Vicente Úbeda Bel (Alquerias del Niño Perdido, Castellón) explica la frase hecha "tener más moral que el Alcoyano". Jugaba el Alcoyano. Por lo visto, le iban ganando por cinco goles a cero y pidió una prórroga. Supongo que habrá alguna otra versión del suceso.

Cuenta también don Vicente la razón por la que se llama "polacos" a los catalanes. Es el recuerdo de las tropas polacas que trajeron los franceses cuando la guerra de la independencia, en 1808. Algunas de esas tropas se asentaron en Cataluña. De nuevo digo que me resulta difícil de aceptar esa explicación. En la jerga política de hace un siglo existía la voz polacada, lo que después fue "chanchullo" o "corrupción".

Don Vicente me planta la lógica de dos expresiones de su pueblo de Castellón: "ser más rico que un mulo (macho)" y "ser más pobre que las ratas". Tampoco se me alcanza a mí la lógica de esas expresiones, dichas en valenciano, pero que se repiten también en castellano. En el ambiente rural, los ricos tenían varias parejas de mulas, mientras que las ratas se concentraban en los barrios pobres.

Jaime M. Villar Río comenta el dicho "algo tendrá el agua cuando la bendicen". Añade que mucha gente prefiere decir "algo tendrá el vino cuando lo bendicen" con el argumento de que "es el vino lo que se bendice o consagra en la misa". Don Jaime prefiere la primera versión, la del agua, aunque no puede demostrar su preferencia. Efectivamente, tanto el agua como el vino se bendicen, si bien el agua se bendice y el vino se consagra. Existe la expresión "agua bendita", pero no "vino bendito". En la frase "algo tendrá el agua cuando la bendicen" se implica que las cosas aparentemente nimias o insulsas tienen su importancia. El vino no es precisamente algo nimio o insulso.

César Blanco Castro recuerda esa maravilla léxica que es la lista de posibles significados que se logran con la palabra cojones. Los anoto en resumen:

  • Un cojón (= algo muy caro o costoso)
  • Dos cojones (= valentía)
  • Tres cojones (= desprecio)
  • Mil pares de cojones (= dificultad)
  • Tener cojones (= valor, arrojo)
  • Tiene cojones (= sorpresa)
  • Poner los cojones encima de la mesa (= afrontar una dificultad)
  • Cortar los cojones (= apostar)
  • Me toca los cojones (= molestia, hastío)
  • Se toca los cojones (= vagancia)
  • Tócate los cojones (= sorpresa)
  • Acojonado (= miedo)
  • Descojonado (= alegría)
  • Cojonudo (= perfecto)
  • Cojonazos (= indiferencia, abulia)
  • De cojones (= éxito)
  • Hasta los cojones (= el límite de lo que se aguanta)
  • Con cojones (= valor)
  • Sin cojones (= cobardía)
  • Los cojones morados (= sorpresa)
  • Los cojones cuadrados (= cansancio)
  • Los cojones pelados (= experiencia, reiteración)
  • Los cojones como lo del caballo del Cid (= un tipo extraordinario)
  • Manda cojones (= sorpresa, perplejidad)

Se admiten sugerencias para completar la lista. Se prueba muy bien mi tesis de que la polisemia es la gracia del idioma. Como puede verse, la palabra cojones casi nunca quiere decir "testículos", una parte bastante molesta de la anatomía masculina.

Marga Estrada me recuerda que el dicho "fíate de la Virgen y no corras" es una ironía, pues quiere decir lo contrario de lo que parece. En efecto, estamos ante una antífrasis, esto es, un juego retórico que consiste en decir algo con su contrario. En el caso indicado se anima al aconsejado a no fiarse de la hipotética intercesión divina y a esforzarse por su cuenta para que no resulte atrapado.

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