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Amando de Miguel

La monarquía adoptiva

El Imperio Romano llegó a una fórmula original para conseguir la continuidad del principio monárquico. El Emperador adoptaba a su sucesor y le daba el carácter de primogénito. De ese modo, se evitaba el riesgo de que el hijo biológico pudiera ser incompetente. Al mismo tiempo, se aseguraba la supervivencia de la dinastía. La fórmula se refinó magistralmente en el caso del PRI mexicano. Al término de su mandato irrepetible, el Presidente elegía secretamente a su sucesor, el “tapado”. Pues bien, sin decirlo expresamente, ese es el método que parecen seguir los principales partidos políticos españoles. El último, el PNV, pero antes Convergencia, el PP, y vagamente también el PSOE. Los caudillos se retiran y eligen a sus sucesores. Lo malo es la envidia.

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