Los españoles nos sentimos incómodos si no participamos de la comida de los otros. De ahí el éxito del “algo para picar” como primer plato. A los comensales les parece que así comparten la comida. Es la misma función que tiene la paella. Todos comen de la misma cazuela y la participación está asegurada. El problema es cuando los comensales piden distintos arroces. En cuyo caso se impone la práctica de “déjame probar el tuyo; toma tú del mío”. La cosa quedaba deslucida. Hasta que llegó el gran invento: la “pluripaella”. Es un recipiente compartimentado para varios arroces. Todos contentos.
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