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Amando de Miguel

La polémica sobre Cascos

Cascos aspira a ser presidente del PP nacional, como aspiran a serlo Esperanza Aguirre, Ruiz Gallardón o Feijóo, entre otros. En cuyo caso habría que pensar en algún sistema de primarias para toda España.

Me escribe José María Navia-Osorio un lírico mensaje a propósito de la polémica del mes (o quizá del año), sobre si Álvarez Cascos debe ser o no el candidato del PP a la gobernación de Asturias. A través de los argumentos de don José María se me confirma la impresión de que es muy difícil entender el problema si uno no ha vivido en Asturias. Claro que, como se ha dicho tantas veces, "no hace falta ser César para entender a César". En este caso, además, sospecho que la cuestión va más allá de los valles asturianos. Don José María fue el primer militante del PP que se dio de baja en el partido para protestar contra la decisión de apartar a Cascos de sus pretensiones de ser el candidato a la Presidencia asturiana. Le siguieron otros 31 de la fama. La idea de don José María es que es la hora de acabar con los "políticos profesionales", los que viven de la política y no para la política. En conclusión, la única forma de resolver el litigio de Asturias es mediante unas elecciones primarias dentro del cuerpo de militantes del PP asturiano. Permítaseme un inciso. En principio, considero que el sistema de primarias va bien para el sistema norteamericano, en el que los partidos son solo máquinas electorales. Pero en Europa los partidos tienen sedes, son sistemas de reclutamiento y promoción de vocaciones políticas. Por tanto, si los partidos políticos españoles funcionaran bien, no haría falta ese recurso de las elecciones primarias. Ahora bien, entiendo también que, llegado el caso de un conflicto tan agudo como el de Asturias, no estaría mal recurrir a la solución de las primarias. Solo que eso se tendría que haber hecho hace seis meses. Ahora Cascos ya está fuera del partido. Pero por especular, que no quede. Mi impresión es que si Cascos hubiera abanderado la candidatura del PP, ese partido habría barrido en Asturias. Al excluirse Cascos de esa opción, el PP perderá. Aunque ganase el PP en Asturias, se mantendría una estructura de "políticos profesionales", en el sentido de los que no saben hacer otra cosa que vivir de la política, no para la política.

En mi opinión, el asunto trasciende el mapa asturiano. Cascos aspira a ser presidente del PP nacional, como aspiran a serlo Esperanza Aguirre, Ruiz Gallardón o Feijóo, entre otros. En cuyo caso habría que pensar en algún sistema de primarias para toda España, visto que el partido no sirve para seleccionar adecuadamente a sus dirigentes (tampoco sirve para eso el PSOE, y encima con líderes muchos más mediocres, pero esa es otra cuestión). El momento es de una gravedad inusitada. Nada menos que con la crisis económica más honda de nuestra Historia contemporánea y con la necesidad de redactar una nueva Constitución. Sería un buen homenaje al segundo centenario de la de Cádiz. Puede incluso que el PP tuviera que pasar a ser un partido liberal-conservador, decididamente de derechas y sin complejos. Reconstruido de esa forma, podría ganar las elecciones y resolver la crisis económica. Lo fundamental: acabar con el despilfarro público, sustentado fundamentalmente en el Estado de las autonomías, que ha concluido su misión. Después de eso, algo habrá que hacer para que aumente la productividad de los españoles, especialmente la de los funcionarios, y todavía más la de los funcionarios a dedo. El PSOE no va a poder llevar adelante esa gran reforma.

Pedro Manuel Araúz Cimarra está en radical desacuerdo con el de Oviedo. El de Manzanares echa la culpa al talante de Cascos, con el lamentable resultado de que el PSOE volverá a ganar en Asturias.

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