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Amando de Miguel

Lengua y sentimiento

Un idioma se domina si se sabe uno de memoria muchas palabras y sus posibles significados. Puede que sea inútil aprenderse de memoria la lista de los reyes godos, pero más inútil y ridículo es correr por correr sin ir a ningún sitio.

A través de las cuestiones léxicas insuflamos todo tipo de sentimientos. Es lo que podríamos llamar metagramática, que es lo que a mí me interesa y también a muchos libertarios. No me importa que el ordenador me subraye "metagramática" para indicarme que esa palabra no existe. Todo el mundo me entiende.

José Antonio Martínez Pons tiene toda la razón en el elogio que me hace de la memoria. Un idioma se domina si se sabe uno de memoria muchas palabras y sus posibles significados. Añade el de Mallorca que puede que sea inútil aprenderse de memoria la lista de los reyes godos, pero más inútil y ridículo es correr por correr sin ir a ningún sitio. También dice el mallorquín que es un mito eso de que los catalanes hablan o escriben el castellano mejor que los castellanos. Añado que es otro mito parecido el asegurar que los de Valladolid hablan el mejor castellano del mundo. No sé por qué el leísmo es buen castellano, aunque reconozco que tampoco es como para avergonzarse de esa tacha.

Antonio Maizcurrena dice que me paso con las alabanzas al idioma inglés. Su opinión es que esa lengua tiene muchas limitaciones, por ejemplo, palabras que se pronuncian lo mismo y que significan cosas diferentes. O también que hay muchas palabras monosilábicas como en el chino. No creo que esas sean limitaciones exclusivas del inglés. En español hay también muchas palabras que se pronuncian lo mismo y significan cosas diferentes. Esa es la gracia de un idioma. Lo de los monosílabos puede ser una desventaja fonética. Por eso, en la jerga militar norteamericana, en lugar del "sí" afirmativo recurren al "afirmativo", al "correcto" o al "oquey". Pero en el español tenemos la dificultad contraria de muchas voces polisilábicas excesivamente largas. Lo único que sé es que el inglés se ha convertido en la lingua franca de nuestro tiempo por mor del imperio pero también por algunas facilidades estructurales. No voy a repetirme porque en este rinconcillo de las palabras he vertido numerosos ejemplos.

Me escribe un catalanoparlante de origen que sigue hablando el catalán con sus amigos de la infancia, pero que maneja el castellano como idioma usual. Se llama Juan Díaz López-Canti. El hombre se siente más español por el hecho de saber utilizar las dos lenguas. Concluye que "el nacionalismo, sobre totalitario, endurece el corazón y atrofia el seso". Eso no le va a gustar nada al "mosén", Hug Banyeres, quien me sermonea: "Me permito recomendarle La vida es sueño, y que intente entenderla, si puede". Debo decir que esa obra la leímos muchas veces en el colegio de segunda enseñanza y llegamos a saber de memoria algunos soliloquios famosos de Segismundo. La volveré a leer ahora a ver si logro entenderla. Siempre vienen bien esos consejos clericales.

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