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Amando de Miguel

Personal y transferible

Hablar y escribir equivale a cambiarse de ropa continuamente, por más que tenga tan mala fama lo de "cambiar de chaqueta". Era una expresión de una sociedad en la que era común no tener más que un traje o vestido para las ocasiones.

Pilar Marín Rojas me felicita por mi decisión de afiliarme al PP para trabajar en la base. Considera que mi decisión "es valiente y va en contra de ese refrán que creo recordar dice: En época de cambios, no hagas mudanzas". Gracias por los ánimos. Respecto al refrán, realmente es una frase de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola. Dice así: "En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos en que estaba el día antecedente a la tal desolación, o en la determinación en que estaba en la antecedente consolación". La explicación que da San Ignacio para esa táctica es que, en los momentos de "consolación" (= buena coyuntura) predomina el consejo del ángel de la guarda, mientras que en los momentos de "desolación" (= mala coyuntura, horas bajas) se impone nuestro demonio particular. Realmente, me he afiliado al PP en un momento de "consolación" personal, pero a la vista de un estado de "desolación" en el panorama nacional. Afiliarse a un partido es una forma más de hacer algo por la comunidad a la que uno pertenece.

Fernando García Zugasti (Collado-Villalba, Madrid) asistió al "acto de Peñalba" en el que diserté junto a Julio Henche y Víctor Pérez Velasco. Le gustó mucho lo de que mis ideas son el eco de lo que piensa mucha gente. Don Fernando se identifica con esa sintonía. De Julio Henche dice que va a ser un excelente alcalde. A Víctor Pérez Velasco lo considera un valiente. En vista de lo cual, don Fernando ha decidido alistarse en el PP villalbino. Avalado está.

Joaquín Martínez ("cittadino romano", Ciudad del Vaticano) me felicita entusiasmado por el "manifiesto de Peñalba". Expresa un deseo: "A ver si LD se hace oír y escuchar en medio de este maremágnum mediático contrario". En ello estamos. El llamado "manifiesto de Peñalba" es una humilde muestra de esa nueva forma de ver los asuntos públicos.

Blas Sales Juan (Valencia) me felicita por mis últimos libros, incluso por el "evangelio de Amando". Me alegra ese nihil obstat. Se alegra mucho de mi ingreso en el PP. Yo también estoy muy contento de poder devolver algo a la sociedad que a su costa me educó.

Miguel A. Taboada dice que no le extraña que un libro mío no se encuentre en la FNAC. Añade algunas correcciones fraternas. A Santiago Valladares: la "casera" (= gaseosa) es un genérico conocido en toda España. A Claudio Verdú Egea: celo viene de cellotape, una marca norteamericana, no de sellotape. Pudo ser un error mío de transcripción. Aprovecha don Miguel para felicitarme por mi "afiliación al PP, único partido patriota y decente en estos momentos tan críticos, y aun peores los que se avecinan". Ya es triste, cuando todos los partidos tendrían que ser patriotas y decentes.

Dani (Manresa, Barcelona) me felicita por la "calidad literaria casi perfecta" de estos desahogos. Se agradece y me da nuevos bríos el cumplido, sobre todo viniendo de Cataluña. Añade:

Siga así, muchos les apoyamos a ustedes desde las trincheras en Cataluña, donde no solo recibimos el ninguneo y desprecio de izquierdas y nacionalistas sino que tenemos que soportar que nuestro presidente aquí (el señor Piqué) ni nos defienda ni nos tenga en cuenta.

Recibo muchas emilias amables, que no comento por verecundia, pero algunas son especialmente singulares. Por ejemplo, la del informático Eduardo Martínez Miranda. Me dice: "Parece que, cuando contesta a cartas de gente encorsetada, las contesta con la misma amabilidad [que en otros casos], pero dejando claro que usted se ha puesto el chaqué solo por devolver la atención, pero está deseando quitárselo. Se lo agradezco mucho". Creo que don Eduardo da en el clavo con su rebuscada metáfora sartoria. En este oficio tan poco definido, efectivamente uno tiene que ponerse diversos trajes. Precisamente el lenguaje está para poder vestir los argumentos con uno u otro atuendo. Hablar y escribir equivale a cambiarse de ropa continuamente, por más que tenga tan mala fama lo de "cambiar de chaqueta". Era una expresión de una sociedad en la que era común no tener más que un traje o vestido para las ocasiones.

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