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EDITORIAL

Ecologistas y "accidentalidad"

Para ecologistas concienciados con las jaras o los conejos como Theo Oberhuber, que no vive en esta zona de Madrid, un humano muerto más o menos carece de importancia por la simple razón de que no figura en un mapa

La M-501 o carretera de los pantanos es la principal vía de comunicación entre Madrid capital y los municipios del oeste de la Comunidad. Soporta el intenso tráfico rodado de los habitantes de este área y de miles de madrileños que, cada fin de semana, se desplazan hasta el valle del Tiétar y las zonas residenciales de los embalses de San Juan y Picadas. Es autovía hasta Brunete, y, de ahí hasta el límite provincial con Ávila, se queda en una simple carretera de doble sentido con un trazado muy antiguo y, en algunos tramos, sinuoso y de firme desigual. En resumen, el cóctel perfecto para disparar la siniestralidad de cualquier carretera.

Así sucede con la de los pantanos, que se ha hecho famosa entre madrileños y abulenses por dos razones: los accidentes y los atascos. La accidentalidad es elevadísima a pesar de que los ecologistas la banalicen asegurando que esa vía “ni siquiera sale en el mapa de accidentalidad". El hecho es que, con que hubiera un solo muerto por accidente, ya debería estar en ese mapa. Por desgracia, todos los años hay muchos más que uno. Por lo que se ve, para ecologistas concienciados con las jaras o los conejos como Theo Oberhuber, que no vive en esta zona de Madrid, un humano muerto más o menos carece de importancia por la simple razón de que no figura en un mapa.

El tráfico es la otra lacra de esta carretera, especialmente los fines de semana y los festivos. Por más que se empeñen los que dicen ser defensores del medio ambiente, los interminables atascos con su cortejo de humos no pueden ser muy ecológicos. El remate de la autovía hasta San Martín de Valdeiglesias no eliminaría completamente los accidentes de tráfico ni los atascos, pero sí que los reduciría considerablemente.

Con todo, lo que late detrás de esta campaña orquestada desde la izquierda y ejecutada por sus subalternos de la ecología profesional, es el acoso y derribo sistemático a Esperanza Aguirre. Se trata de un frente más al que se suman el de la sanidad, la educación o la televisión pública. Como en el caso del Prestige o el No a la Guerra, cuando la izquierda no puede conseguir el poder por las buenas, lo intenta por las malas. Cueste lo que cueste, caiga quien caiga y figure o no en el mapa de accidentalidad.

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