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EDITORIAL

La elección de McCain

McCain parece salir reforzado entre sus bases y podría optar por el voto de aquellos que, habiendo apoyado a Hillary Clinton en las primarias demócratas, parecen dar más importancia al sexo de los candidatos que a sus posiciones políticas.

Los vicepresidentes no tienen en Estados Unidos demasiadas funciones propias. Su misión es estar ahí por si al jefe del Ejecutivo le sucede algo, dimite o es destituido por las Cámaras. Sin embargo, desde que Harry Truman sucediera a Roosevelt el cargo se ha convertido en el trampolín natural desde el que suceder al presidente como candidato del partido tras cumplir éste con sus dos mandatos, sustituyendo al puesto de secretario de Estado, que ocuparon un buen número de presidentes. De ahí que la elección del segundo se haya convertido en un asunto cada vez más importante para los candidatos demócratas y republicanos.

Si Obama ha optado por un compañero en el Senado que pueda reducir su imagen de hombre inexperto y poco fiable, especialmente en asuntos internacionales, McCain ha optado por una mujer que será la única que haya ostentado responsabilidades ejecutivas de los cuatro candidatos en estas elecciones. Sarah Palin fue elegida como gobernadora de Alaska en 2006 tras ser alcaldesa de una pequeña localidad de la región. Su perfil refuerza el principal punto débil de McCain: su poca conexión con sus bases. Madre de cinco hijos –el último con síndrome de Down–, antiabortista, socia de la Asociación Nacional del Rifle, le gusta cazar y pescar y en su momento fue escogida Miss Simpatía en el concurso de belleza de Alaska. Palin parece ser capaz de venderse como una más dentro de la coalición de la derecha estadounidense, algo que McCain nunca ha logrado.

No obstante, quizá el principal fuerte de la gobernadora es su excelente imagen y el hecho de que ella sí que supone un cambio. Obama ha centrado su campaña en la retórica sobre la necesidad de que algo cambie en Washington y que él es el candidato idóneo para lograrlo. Sus obras no acaban de corresponder con sus palabras, pero su juventud y capacidad oratoria han logrado ocultarlo hasta este momento. Sin embargo, ¿qué puede haber más alejado de los tejemanejes de Washington que una gobernadora que se presentó en las primarias republicanas contra el anterior jefe del Ejecutivo de Alaska prometiendo acabar con su corrupta administración?

Precisamente el símbolo del hartazgo de la población estadounidense con su clase política –hay que recordar que el Congreso tiene índices de aprobación aún más bajos que los de Bush– fue el llamado "puente a ninguna parte". Gracias a los tejemanejes habituales en la aprobación de leyes y presupuestos, un representante republicano de Alaska logró que se aprobara una partida de 223 millones de dólares para construir un puente –que habría de ser mayor que el Golden Gate– para conectar la "ciudad" de Ketchikan, de 8.000 habitantes, con su aeropuerto, ahorrando a los viajeros los seis dólares del ferry que funciona actualmente. El senador Barack Obama apoyó con su voto este derroche. La gobernadora Sarah Palin desmanteló el proyecto tras ser elegida para el cargo.

No obstante, la elección es muy arriesgada. Una de las principales líneas de ataque empleadas por los republicanos contra Obama es su gran inexperiencia, argumento que ha quedado algo debilitado tras esta decisión, dado que sólo tiene 44 años y su carrera política se ha limitado a su propio estado. Y es una incógnita saber cómo se comportará en los debates, pese a que su primer discurso haya generado bastante ilusión entre las filas republicanas; los medios aprovecharán cualquier error suyo para intentar dejarla en evidencia del mismo modo que han pasado por alto las meteduras de pata de Obama. Pero McCain parece salir reforzado entre sus bases y podría optar por el voto de aquellos que, habiendo apoyado a Hillary Clinton en las primarias demócratas, parecen dar más importancia al sexo de los candidatos que a sus posiciones políticas.

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