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EDITORIAL

Las pocas luces del tripartito catalán

Los socialistas catalanes y sus aliados separatistas parece que compitan en ver quien dice el mayor disparate con tal de desviar la atención pública sobre la responsabilidad de la Generalidad en el apagón sufrido en Barcelona.

Los socialistas catalanes y sus aliados separatistas parece que compitan en ver quien dice el mayor disparate con tal de desviar la atención pública sobre la responsabilidad de la Generalidad en el apagón sufrido en Barcelona. Si el martes dirigentes de ERC culpaban a "Madrid" y se quejaban de que Cataluña no recibe la inversión que le corresponde, este miércoles el portavoz del PSC, Miquel Iceta, ha hecho gala de un victimismo todavía más delirante cargando contra el presidente de Endesa, Manuel Pizarro, quien habría hecho del apagón su peculiar venganza por el intento de absorción de su compañía por parte de Gas Natural.

Para Iceta no son los políticos sino Pizarro quien tiene que comparecer y "explicar por qué demonios hizo todo lo posible para que fracasase la OPA de una empresa catalana y por qué encima parece que su empresa ha decidido castigar a Cataluña de esta manera, y en concreto a la ciudad de Barcelona".

Se podrá discutir las razones por las que la simple caída accidental de un cable de distribución se haya traducido en el mayor apagón que se recuerda en Barcelona y su área metropolitana. Ahora bien, señalar que en realidad todo se ha tratado de un deliberado intento de castigar a los catalanes en general y a los barceloneses en particular por la OPA de Gas Natural es una insuperable muestra de la clase de personajillos que constituye la clase gobernante en Cataluña.

Ayer ya señalamos las deficiencias estructurales que padece el sector eléctrico español, tanto en su producción como en su distribución, por culpa de un asfixiante intervencionismo público que, si por una parte obstaculiza la inversión privada con una burocrática regulación de los precios, por otra tampoco pone nada de su parte para suplir las constricciones que impone a las empresas en lo que se refiere a la renovación de las infraestructuras, la inspección de las instalaciones o en la elaboración de planes alternativos de crisis como la que nos ocupa. Lo cierto es que el Gobierno, tanto autonómico como el central, como el perro del hortelano, ni come ni ha dejado comer para hacer todo lo necesario para que situaciones tan tercermundistas como las sufridas estos días por los barcelonés no tengan que producirse. El colmo es que los responsables políticos traten de encubrir su incompetencia con discursos tan bananeros y demagógicos como incitar falsos agravios comparativos o reivindicar politizadas OPAs que no venían sino a agravar la incompetente gestión pública que aqueja al sector eléctrico.

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