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Enrique de Diego

Los mecanismos de descontrol

Han fallado los mecanismos de control. La evidencia lleva ahora al Partido Popular a un curioso proceso de ocultación con medias verdades, dentro del intento de convertir el escándalo en una exclusiva polémica política, que puede desgastar a todos los partidos sin aclarar nada ante la ciudadanía. Así, los mecanismos de control fallaron desde 1992 con el PSOE. Mal de muchos, consuelo de tontos. Y fallaron de manera unánime, sin discrepancias reflejadas en las actas, dentro del Consejo de Administración de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Vale de nuevo el refrán.

Una revista da pistas para evitar caer en los lazos de otras Gescartera. El primer criterio para fiarse es comprobar si se trata de una agencia de valores. Es decir, si cuenta con el visto bueno o el respaldo de la CNMV. Por tanto, no hay pistas fiables. Fue la CNMV la que dio todavía más visos de credibilidad a la estafa elevando a tal categoría a Gescartera el mismo día en que le imponía una multa casi simbólica, y por supuesto secreta, para que los ciudadanos no pudieran sospechar. Los inspectores que reclaman medidas pronto se suavizan y al poco pasan a trabajar para Gescartera como apoderados. ¿Qué incompatibilidades hay? ¿Se utiliza la inspección como chantaje para mejorar las posiciones laborales?.

Los mecanismos de control han participado en la estafa, la han hecho posible. La imagen que se da con evidente interés mediático-político de Camacho como un mago de las finanzas no se compadece con la realidad. La trayectoria de Camacho está llena de conflictos, multas y peticiones de intervención. Sólo podía engañar a quienes estaban dispuestos a dejarse, por la comprensible razón de que estaban a sueldo. De manera sistemática salen en su defensa sus padrinos. Es un esquema en muchos aspectos puramente mafioso, con una perversión de los mecanismos de descontrol.

Lo que les pide el cuerpo a los políticos, además de ofrecer bastante de circo y mucho de ventilador, es proceder a reforzar los mecanismos de control. Eso tranquiliza a los incautos, dispuestos a creer con frecuencia en el Estado benefactor e interventor. Pero si tales mecanismos han sido el elemento necesario sin el que la trama hubiera sido imposible, su reforzamiento puede tener el efecto perverso futuro de generar estafas superiores, con mayor opacidad. Si se hace caso a la lógica de los consejos citados para evitar ser estafado lo mejor sería que desapareciera la Comisión Nacional del Mercado de Valores. De esa forma, los ciudadanos tendrían que responsabilizarse en mayor medida de a quien entregan su dinero sin dejarse engañar por Gescartera, o sea por la Comisión Nacional del Mercado de Valores. También se vio para qué servía en el caso Villalonga, tan escandaloso o más.

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