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Guillermo Domínguez

Unas primas sonrojantes

La gratificación a nuestros futbolistas resulta a todas luces excesiva con la que está cayendo. En un contexto de congelación de las pensiones y rebaja de los sueldos de los funcionarios.

A pocos días del inicio de una gran competición como es el Mundial de fútbol, vuelve a relucir el espinoso asunto de las primas que percibirán los jugadores de la selección española si dentro de aproximadamente un mes levantan el trofeo de campeones en Johannesburgo. Los 600.000 euros –unos cien millones de las antiguas pesetas– que cobraría cada futbolista del equipo dirigido por Vicente del Bosque han encendido los ánimos de formaciones políticas como IU, ERC, IC o BNG –¿dónde está el PP?–, que exigen al combinado nacional que renuncie a estos jugosos dividendos.

En esta ocasión la prima no sólo duplica los 250.000 euros percibidos por conquistar la Eurocopa hace dos años en Viena, sino que es la más alta de las 32 selecciones que a partir del 11 de junio participarán en la cita de Sudáfrica. Inmediatamente por detrás de España figuran Argentina, cuyos jugadores percibirán 510.000 euros por cabeza en caso de ganar el Mundial; Inglaterra, con 475.000 por barba, y Alemania, con unos premios de 350.000 euros. La actual campeona del mundo, Italia, cobraría menos de la mitad de lo que ganaría España y Brasil una tercera parte: 180.000 euros.

Eso sí, la cantidad ha sido suavizada por las condiciones de cobro: en solidaridad con la crisis mundial –¡vaya detallazo, que les den el Nobel!–, los jugadores españoles han renunciado a los beneficios por pasar la primera fase y sólo empezarían a "ver pasta" si llegan a cuartos de final. Por alcanzar esa ronda, históricamente maldita –no hace falta que lo recuerde–, los jugadores españoles percibirían 60.000 euros por cabeza; 90.000 cobrarían si llegan a semifinales y 120.000 por estar el 11 de julio en la gran final de Johannesburgo.

Como era previsible, ya hay más de uno que se tira de los pelos y grita a los cuatro vientos, bramando contra las primas y quejándose por tener que pagarlo de su propio bolsillo. Pero el Consejo Superior de Deportes asegura que las primas que percibirían los jugadores no proceden del erario público, sino de los patrocinadores; es decir, ni usted ni yo pagaríamos directamente a los Xavi, Iniesta, Casillas, Villa o Torres. ¿Qué van a decir Zapatero, ministro de Deportes; Lissavetzky y sus acólitos? Y aseguran también que la Federación Española de Fútbol (RFEF) que preside el sempiterno Ángel Villar –no se va ni con agua caliente– es una entidad privada que se financia en su mayor parte con los recursos que genera y maneja un presupuesto de 78 millones de euros, de los cuales 2,88 millones (un 3,7 por ciento) procede de las ayudas del Gobierno.

Sea como fuere, la gratificación a nuestros futbolistas resulta a todas luces excesiva con la que está cayendo. En un contexto de congelación de las pensiones y rebaja de los sueldos de los funcionarios. En una situación de crisis donde miles de millones de personas tienen que apretarse cada día el cinturón, si es que todavía les queda algún agujero más que hacerse.

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