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A quien haya seguido la actualidad digital de la semana pasada le habrá invadido cierta sensación de déjà vu: de nuevo se repitieron los cierres y despidos que definieron los años 2001 y 2002. A En.Red.Ando, una de las publicaciones veteranas de la red hispana, se le paró el corazón acosada por los números rojos. Atrás quedan miles de artículos y centenares de ideas sobre la sociedad de la información y la Red. No es que nada vuelva a ser igual, pero sí es cierto que Internet se queda un poco coja. Gracias, en cualquier caso, por el excelente trabajo realizado desde 1996.
 
Si no teníamos suficiente con una taza, Tiscali nos dio la segunda: venderá sus actividades en España para centrarse en los mercados rentables. Obvio. Tiscali es un negocio, y en España nunca lo llegó a encontrarlo del todo, incapaz de hacer sombra a proveedores que, como Telefónica, Terra, Wanadoo y Ya.com, se reparten la mayor parte del pastel del acceso. Y como no hay dos sin tres,  Lastminute.com nos hizo beber la tercera taza: despedirá a 350 empleados, el 14 por ciento de su plantilla.
 
Afortunadamente, las malas noticias quedaron mitigadas con otras que invitaban al optimismo: las visitas a las tiendas “on line” en España subieron un 31 por ciento en el primer semestre de 2004, provocando que 2,77 millones de usuarios ya accedan a los cibercomercios. Aun así ojo con el dato, porque una cosa es visitar y otra comprar. De poco le sirve al responsable de una tienda tenerla todos los días atestada de gente si nadie pasa por caja.
 

 
Teóricamente, la ley impide a las compañías que van a salir a Bolsa realizar comentario alguno. Google está cumpliendo esta máxima de forma desigual. Es cierto que sus responsables llevan semanas sin decir esta boca es mía, pero el buscador genera una noticia diaria. Como poco. Que si va a cotizar en el Nasdaq, que si la oferta estará restringida a los estadounidenses, que si en los últimos cuatro años sufrió un ataque de amnesia que le impidió declarar 30 millones de acciones, que si se pisará el parqué el 10 de agosto, que si pospone la salida a bolsa... Google aburre. Uno espera es que sus títulos comiencen a cotizar de una vez por todas y que, por favor, no se disparen. Ya sufrimos una burbuja. Y aún nos duele el impacto de cuando nos explotó en plena cara.
 

 
A uno le admira la capacidad que poseen algunas personas para expresar un deseo en voz alta y generar una sacudida en el sector. Bill Gates, modesto él, señaló que si el máximo accionista de Nintendo le llamara para proponerle una venta de la compañía oiría el timbre... e incluso descolgaría el teléfono. Y bueno, por qué no, también escucharía al accionista. Llegados el caso hasta sopesaría la posibilidad de adquirir a su rival en el sector de las videoconsolas. Qué atento.
 

 
Finlandia exime de cumplir el servicio militar a los que aleguen adicción a Internet. ¿Y a los que sientan apego a su madre? ¿Y los que tengan hijos? ¿Y los que sufran adicción a la televisión? ¿Y a la radio? ¿Y qué pasa a los que arguyan motivos de conciencia? ¿Y los que no soportan el frío, madrugar, recibir órdenes, calzarse botas, el color verde del uniforme, dormir en literas? ¿Qué pasa con ellos? ¿No son motivos igual de estériles que aducir dependencia a Internet?
 

 
Si el rey Midas convertía en oro todo lo que tocaba, Google transforma en visitas cualquier compra que realiza. A finales de julio informó, sin hacer demasiado ruido, que había comprado Picasa, compañía que desarrolla un programa para la gestión de las fotografías digitales. A las pocas horas las visitas a su portal comenzaron a incrementarse. Pocos días después se disparaban un 6.000 por ciento. Qué se le va a hacer, muchas veces uno sólo llega a conocer este tipo de servicios cuando reciben el toque mágico de Google o Yahoo! El que esto escribe forma parte de ese 6.000 por ciento que visitó la web de Picasa después de la compra de Google. Desde entonces es un ferviente usuario de su aplicación, perfecta para organizar, retocar, enviar y visualizar las miles de fotos que tiene en su disco duro. Pinchen, descarguen y prueben.

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