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Jorge Alcalde

Groenlandia no se funde

El hielo groenlandés puede tener hasta tres kilómetros de grosor. Lleva allí milenios y no es nada fácil acabar con ella.

El hielo groenlandés puede tener hasta tres kilómetros de grosor. Lleva allí milenios y no es nada fácil acabar con ella.

Los vikingos llegaron en verano y se dejaron sorprender por el brillante verdor de las tierras del Sur. Aquella mole rocosa en medio del frío océano parecía un vergel ajena a los hielos septentrionales. La llamaron Tierra Verde... Groenlandia.

Hoy la tierra verde no nos importa. Vivimos pendientes del hielo blanco que la cubre: una capa de agua congelada de entre 1 y 3 kilómetros de espesor de la que depende, en parte, el equilibrio climático del planeta. Por eso los focos de la comunidad científica apuntan a la isla danesa. Miden con celo la espesura de su manto albino, buscan con frenesí grietas y desprendimientos. Nos alertan sobre su fragilidad. Y, en ocasiones, se pasan. O nos pasamos un poco todos.

Esta semana muchos medios de comunicación han comunicado con estrépito que el 97 por 100 del hielo groenlandés había desaparecido por culpa, obviamente, del cambio climático. Luego algunos rectificaron. Otros, no.

Seamos contundentes. Si el 97 por 100 del hielo de Groenlandia se hubiera fundido podríamos ir olvidándonos de ir a la Manga de Mar Menor este verano. Al menos sin traje de buzo.

La isla helada experimenta un proceso de fusión parcial de su capa blanca todos los veranos. Durante este periodo algunos milímetros de la capa superficial del hielo cambian de estado. Es, simplemente, como si su piel se humedeciera. Este fenómeno ocurre anualmente por contacto del hielo con el aire cálido estival.

Este año, la NASA ha detectado una inusitada velocidad en él. En menos de 4 días más del 70 por 100 de la superficie ha sido afectada por el calor. Incluso en zonas muy elevadas donde las nieves se mantienen congeladas más allá de julio (por ejemplo en altitudes de más de 2.000 metros) se ha producido un adelgazamiento superficial. No existen registros por satélite de una reacción similar anterior. Pero es que el ser humano lleva muy poco tiempo utilizando satélites para tales fines. Los estudios paleoclimáticos encuentran cierta recurrencia de fusiones como la de este año cada siglo y medio en la isla.

¿Quiere eso decir que Groenlandia se queda sin hielo, como recogieron no pocos medios? Ni mucho menos. Recuerden el dato del principio. El hielo groenlandés puede tener hasta tres kilómetros de grosor. Imaginen una montaña de agua congelada de 3.000 metros de altura y tres veces la superficie de España. Lleva allí milenios y no es nada fácil acabar con ella.

Algunos expertos creen que la rapidez inusitada de la fusión de la superficie de esa capa se debe a una bolsa de aire caliente que, de vez en cuando, se posa sobre la isla en verano. Serían necesarios miles de años sometidos a ese efecto para eliminar todo el hielo que la recubre. Incluso en el imposible escenario de que la temperatura de la zona aumentara 4 grados, se tardarían dos siglos en acabar con todo el hielo. De ocurrir ese fenómeno en tan solo cuatro días (como se ha oído por ahí), la vieja tierra de los vikingos habría arrojado más de 4 millones de kilómetros cúbicos de agua al mar. ¡Adiós a las playas!

Es cierto que la fusión parcial de los primeros milímetros del hielo groenlandés no es cosa para tomar en broma. Si realmente se producen continuados episodios de sublimación tan rápida en los próximos veranos, habría que determinar cómo afectan los cambios a capas más profundas de los glaciares. El hielo licuado puede permear hacia el fondo de los bloques y deteriorar la sustentación del glaciar sobre el lecho rocoso. Es así como se desprenden habitualmente grandes bloques en forma de lengua blanca que se desliza por la ladera hacia la costa.

Pero de momento no existe ningún dato que permita aventurar esa hipótesis. Sí, debemos estar pendientes del hielo de la vieja tierra de los vikingos pues en gran medida funciona como un hábil termostato del clima global. Y muchos científicos seguirán vigilantes. Mientras tanto, también seremos muchos los que seguiremos vigilantes para que se informe correctamente sobre ello.

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