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Juan Morote

Manos en Navidad

La mano invisible ha sido mutilada por el creciente intervencionismo estatal en todos los sectores de la economía. De hecho, se está la sustituyendo por una visible manaza del Estado, tras la cual siempre está la mano grasienta del Gobierno.

Hoy es día de Nochebuena. Estamos en fechas donde todo el mundo se estrecha la mano, se felicita la Navidad y se desea un feliz año nuevo. Pero hay muchas clases de manos y no todas las manos son iguales. ¿Se acuerdan de "Manos Limpias"? El movimiento cívico que surgió cuando los jueces italianos iniciaron el histórico proceso de limpieza del sistema político. En su lugar, algunos jueces españoles prefieren meter sus extremidades en el fango.

De un modo análogo, el Gobierno de España, en lugar de estrechar las manos limpias de las víctimas del terrorismo –esas manos con las palmas blancas– ha preferido estrechar las ensangrentadas manos de los asesinos, las de los enemigos de todos nosotros, de nuestra libertad. Así, se comprende que siga compadreando con la no disolución de los ayuntamientos gobernados por la ilegalizada ANV. No sería de extrañar que prepare un nuevo asalto a la negociación con los terroristas cuando la conveniencia política lo dicte.

Hay más manos y también manos negras, pero no me refiero al color de la piel. Hay manos que llaman y avisan de las redadas a los terroristas ¿Se acuerdan del "Bar Faisán"? El chivatazo, salido del Ministerio del Interior, permitió a los responsables del mecanismo etarra de recaudación eludir su detención.

Además, hay una mano larga (longa manus), demasiado larga, que está representada por el desproporcionado peso que en la vida política española tienen los nacionalismos. Hace ya demasiado tiempo que España padece una grave enfermedad alentada por todos los que la han gobernado. UCD, PSOE y PP han antepuesto sus ansias de poder a los intereses del país y, lo que es más importante, a los de todos sus ciudadanos.

Pero hay más manos. También hay, según Adam Smith, una mano invisible que hace del mercado el mejor mecanismo de distribución de bienes y oportunidades. Esa mano invisible ha sido mutilada por el creciente intervencionismo estatal en todos los sectores de la economía. De hecho, se la está procediendo a sustituir por una visible manaza del Estado, tras la cual siempre está la mano grasienta del Gobierno. Estas dos últimas, la del Estado y la del Gobierno, van a frustrar la ambición de una mayor libertad, con la peregrina excusa de la igualdad.

Necesitamos estrechar las manos: más manos blancas, manos limpias, manos francas. Ya está bien de manos manchadas de sangre –de autores, cómplices o encubridores–, hacen falta manos sin cobardía, manos que no resten sino que sumen, manos que nos ayuden a conseguir una mayor libertad y una justicia que merezca ese nombre. Aunque la verdad sea que en España, aunque estemos en Navidad, debemos andar con mucho ojo para no acabar estrechando la mano que mece la cuna del odio.

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