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Larry Elder

Otra falsa denuncia de Moore

Si considera que nuestro sistema sanitario está enfermo, espere a que el doctor Moore se haga cargo.

Casi 50 millones de “estadounidenses” carecen de seguro médico. Al menos, el director Michael Moore hace esta afirmación en Sicko, su nuevo “documental” sobre el supuestamente espantoso sistema sanitario norteamericano. ¿Casi 50 millones de americanos no tienen seguro médico? Para que conste, el Centro de Control de Enfermedades sitúa la cifra de personas sin seguro en 43,6 millones, y la Oficina del censo en 44,8 millones.

En primer lugar, hay que entender que la falta de seguro sanitario no significa falta de cuidado médico. Muchas salas de urgencias, por ley, proporcionan cuidado médico a cualquiera que se presente, ya sea residente ilegal o legal de este país.

En segundo lugar, cuando Moore afirma que 50 millones de estadounidenses carecen de seguro médico, seguramente llega a esa cifra incluyendo a parte de los entre 11 y 20 millones de extranjeros ilegales que viven entre nosotros. De las personas nacidas en Estados Unidos, el 86% tiene cobertura sanitaria. En el caso de los inmigrantes que no son ciudadanos, solamente el 57% tiene seguro médico.

Ahora vamos a echar un vistazo a los que carecen de seguro. Casi la mitad está sin él un máximo de cuatro meses, normalmente entre empleos. Otros que sí lo tienen podrían suscribir con facilidad un seguro médico a través de su empresa a cambio de una prima muy pequeña. Muchos de los que no lo tienen son jóvenes (18 millones de no asegurados entre las edades de 18 y 34) que consideran, teniendo en cuenta su juventud y buena salud, poco probable tener que afrontar grandes gastos sanitarios.

Alrededor de 14 millones de los no asegurados, según la Oficina del Censo, viven en unidades familiares que ingresan 50.000 dólares o más al año. Más de 7 millones se encuentran en familias que ganan más de 75.000. Estas personas se podrían permitir seguro médico, ya fuera con lo que ahorran o haciendo ajustes menores a su estilo de vida. Por otro lado, una cifra reducida de quienes no están asegurados son delincuentes. ¿Debe el contribuyente sufragar el cuidado sanitario de todos estos casos?

Sicko sigue las tribulaciones de los estadounidenses con seguro: sus conflictos con los médicos y hospitales, las negativas de las compañías aseguradoras a sufragar ciertos tratamientos o su insatisfacción por la reticencia de éstas a cubrir determinados procedimientos. Pero según una encuesta de ABC News, Kaiser Family Foundation y USA Today, el 89% de los norteamericanos con seguro médico dicen estar satisfechos con la calidad de la atención que reciben.

Para “solucionar” el problema de la sanidad, Moore quiere que América adopte un sistema de corte canadiense o europeo, en el que sólo el Estado pague. ¿Realmente espera Moore que los norteamericanos aguanten largas colas en las consultas médicas, retrasos de meses tanto en operaciones críticamente necesarias e importantes como en otro tipo de procedimientos o el racionamiento que inevitablemente tiene lugar cuando el Estado toma el control de la sanidad?


¿Canadá? Un reciente estudio del Gobierno afirma que sólo la mitad de los pacientes de urgencias recibe los cuidados médicos necesarios a tiempo. Lindsay McCreith, de Ontario, que padecía un tumor cerebral maligno, tenía que esperar primero cuatro meses para una resonancia magnética y luego varios meses más para ver a un neurólogo. Pero en vez de eso, McCreith, como hacen muchos otros canadienses enfermos, vino a Estados Unidos para someterse a una cirugía a vida o muerte.

¿Inglaterra? El Partido Laborista socialista ahora está a favor de la privatización y espera, en cuestión de dos años, triplicar la cifra de procedimientos quirúrgicos realizados por el sector privado.

¿Francia? Casi 13.000 personas murieron en el verano de 2003. ¿Por qué? La cifra de afectados por el calor desbordó de tal manera al sistema sanitario francés que los hospitales simplemente dejaron de responder a los teléfonos y los auxiliares de las ambulancias decían a la gente que se ocupase de sí misma. La mayoría falleció de simple deshidratación.

Para abordar la “crisis” de los que no están asegurados, Moore sigue el mismo camino que aquellos que desean mejorar la educación de América: ignorar los beneficios de la competencia. ¿Por qué, por ejemplo, los procedimientos médicos optativos –no cubiertos por los seguros médicos– son cada vez más baratos? La cirugía plástica, las rinoplastias, los implantes mamarios, los injertos de pelo, los estiramientos faciales y la cirugía ocular correctiva bajan constantemente de precio.

Las sofocantes regulaciones, los controles de los precios y los ataques frontales a la medicina de libre mercado empeoran las cosas. Hace una década, un empresario que gestiona una facultad de medicina privada en la isla caribeña de Dominica intentó montar otra en Estados Unidos. Estudió el país e imaginó que la ausencia de médicos en Wyoming creaba las condiciones ideales para una facultad de medicina completamente privada. En comparación con la media nacional de un facultativo por cada 441 habitantes, Wyoming tenía apenas un médico por cada 642.

Pero los médicos locales golpearon la mesa con un puño, advirtiendo que la facultad de medicina produciría profesionales sin la cualificación necesaria. Dio lo mismo que el 92% de los licenciados en la facultad de Dominica aprobasen en sus exámenes norteamericanos a la primera, una tasa ligeramente superior a las medias norteamericana y canadiense. Los médicos de Wyoming y la agencia que acredita a nivel nacional a las facultades de medicina lograron tumbar el proyecto.

Si considera que nuestro sistema sanitario está enfermo, espere a que el doctor Moore se haga cargo.

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