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Maite Nolla

Agri y dulce

Para variar las previsiones de Arriola se desviaron levemente, y el PP ha conseguido un espectacular avance de algo más de un punto y medio respecto al resultado de Josep Piqué y Montserrat Nebrera. ¿Qué el resultado es bueno? Sí, claro.

Me sorprendió que Albert Rivera pensara que el resultado de las elecciones autonómicas era un tanto agridulce. Pienso que el simple hecho de repetir, visto lo visto después de las europeas, se puede equiparar al éxito de haber conseguido entrar en 2006. Creo que inflaron un poco el asunto, con la pretensión de grupo propio y con algunos farolillos, como decir que estaban a las puertas del diputado –en este caso, diputada– por Lérida, aunque la verdad es que nunca se sabe si en campaña conviene rebajar la euforia o animar al personal, no fuera a ser. El caso es que nadie daba un euro por ellos hace dos años y, en cambio, los mismos que llevaron al partido al borde de su desaparición, lo han consolidado. Además, ya puestos a pedir, pese a que tengan que compartir grupo con Laporta y sus chatis –igual, hasta si hacen migas, tendrán champán francés y lusitanias por la cara, and the chicks for free–, han dejado claro que la arrogancia y el desdén tienen su premio en un meritorio decimosexto lugar. Es más, pese a que en el Partido Popular celebren esto como Betty Draper tumbada en su sofá victoriano, cuatro años más tarde y tres líderes después, Ciudadanos sigue suponiendo un problema para el PP. Lejos de haberlo solucionado, y prueba de que lo querían solucionar es que ficharon a la candidata a la alcaldía de Barcelona por Ciudadanos, el problema ya no son noventa mil votos, sino más de cien mil.

En cambio, los que deberían ver esto como una oportunidad perdida lo están celebrando a lo grande. Para variar las previsiones de Arriola se desviaron levemente, y el PP ha conseguido un espectacular avance de algo más de un punto y medio respecto al resultado de Josep Piqué y Montserrat Nebrera. ¿Qué el resultado es bueno? Sí, claro ¿Qué podía haber sido mejor? Por supuesto. Cierto que no sabremos nunca si el hundimiento del PSC y de los pobres de ERC contribuyó decisivamente al ascenso del PP, aunque podamos pensar que sí, viendo los números. Y es que, de todas formas, eso no quita para que cualquier observador internacional o de Barbastro no reconozca que la campaña de Alicia ha sido un desastre. Y no sólo por el juego de eliminación de inmigrantes e independentistas, muy edificante y respetuoso, sino porque pese a hacer de la inmigración uno de los leimotifs de la campaña, Plataforma per Catalunya se ha hecho una encuesta gratis y ya sabe en qué municipios se puede presentar y obtener concejales y en cuáles no.

Además, el objetivo de ser decisivos no se ha cumplido y la catástrofe socialista es de tal magnitud que no permite saber si obedece simplemente a la necesidad humana de echar al tripartit, o si hay algo más; lo digo porque esto es Cataluña y, aunque lo diga Marcelino, no le falta razón cuando manifiesta que en Cataluña no se vota igual en las autonómicas que en las generales.

Dicho esto, lo peor de todo es que alguien piense que estos resultados avalan lo que salió del congreso de Valencia; ¿María San Gil, quieren decir?

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