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Pablo Molina

Progresismo a tiro limpio

Y si finalmente hay alguna desgracia irreparable siempre se podrá aplicar la doctrina Caldera, el heraldo del nuevo orden mundial zapateril, según la cual "más daño hacen las bombas de Irak"

Si algo distingue a la izquierda es su proverbial respeto a la libertad de expresión, especialmente la del rival político. En las manifestaciones antiamericanas organizadas con motivo de la guerra de liberación de Irak, todos pudimos contemplar, aquí en España, bellos ejemplos del respeto reverencial de los partidos de progreso a las reglas del libre juego democrático —numerosos políticos del PP pueden acreditarlo en primera persona. Pero aunque nuestra izquierda patria (con perdón) destaque entre el progresismo mundial como epítome de la tolerancia con quienes defienden ideas distintas, no debemos pensar que se trata de una virtud acaparada en exclusiva por el sinistrismo ibérico. En los EEUU, por ejemplo, inmersos en la campaña presidencial, los simpatizantes del partido demócrata, devenidos la delegación norteamericana de la internacional de progreso, están realizando también numerosas demostraciones de talante de las que no se olvidan fácilmente.
 
Knoxville. Tennessee. «Una oficina de la campaña electoral de Bush/Cheney, fue atacada por al menos dos disparos de arma realizados desde un vehículo en marcha el pasado martes, aunque nadie resultó herido. Los disparos hicieron añicos los cristales de la puerta principal. El portavoz del departamento de policía de Knoxville dijo que al menos dos disparos alcanzaron el edificio, que se encuentra en una zona de comercios y tiendas al oeste de la ciudad».
 
Más talante. Orlando. Florida. «Un grupo de opositores asaltaron y a continuación saquearon la oficina central de campaña de Bush/Cheney el pasado martes. Varias personas, de entre el grupo de más de cien opositores, se enfrentan a una posible acusación por asalto después de que forzaran la entrada las oficinas del cuartel general republicano. Uno de los asaltantes dijo que con su acción querían enviar a Bush un mensaje». De paz, tolerancia y diálogo, sin duda.
 
En este clima de talante à la progressiste, no resulta extraño que «muchos republicanos teman llevar en su coche pegatinas en favor de Bush, o poner carteles en sus jardines, por las posibles represalias de los demócratas. Sin embargo, —como en España—, ese sentimiento de temor no es recíproco. Uno puede ver multitud de carteles y pegatinas de Kerry-Edwards, hasta en vecindarios de clara mayoría republicana. Incluso, muchos de esos carteles expresan sentimientos mucho más intensos y partidistas que el mero apoyo al ticket presidencial demócrata. No es infrecuente que algunos carteles mencionen alguna forma de violencia, o incluso la muerte de los altos cargos republicanos».
 
Pero no debemos preocuparnos. Al fin y al cabo sólo son yanquis, y además ¡partidarios de Bush! Y si finalmente hay alguna desgracia irreparable siempre se podrá aplicar la doctrina Caldera, el heraldo del nuevo orden mundial zapateril, según la cual "más daño hacen las bombas de Irak".

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