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Pablo Molina

Rockeros contra Bush

¿Por qué habrían de tener sus puntos de vista políticos más relevancia que los de cualquier borrachín de un bar del extrarradio?

Los actores, cantantes y el resto del mundo de la farándula, a pesar de la evidente condición de iletrados de una gran mayoría de sus componentes —sólo hay que oírles expresarse—, no vacilan, llegado el momento, de autodenominarse "las gentes de la cultura" (sic). Suponen, tal vez, que esa condición autoasignada otorga más valor a sus opiniones políticas. Esta suposición, unida a la hiperlegitimidad consustancial de la izquierda, explica fenómenos como la gira musical realizada por algunos de los más eximios representantes del mundo del rock norteamericano en contra de Bush, bajo el lema "Vote for Change".
 
«Cuarenta y un músicos y bandas, encabezados por Bruce Springsteen, R.E.M., Pearl Jam, Bonnie Raitt, Jackson Browne y las Dixie Chicks» integran esta columna del pentagrama, cuyo principal objetivo es acabar con el mandato del presidente ilegítimo George W. Bush, y eventualmente «recaudar fondos para la organización de apoyo electoral izquierdista "America Coming Together" (ACT), cuyos esfuerzos se centran en derrotar al actual presidente norteamericano. Los músicos implicados también utilizan sus apariciones como una ocasión para despotricar contra la reelección de Bush tanto en los conciertos como en las entrevistas concedidas a los medios en cada etapa del viaje».
 
Pero ¿Quiénes son en realidad estos bulliciosos rockeros? ¿Dónde adquirieron esa conciencia política tan aguda? Veamos algunos ejemplos.
 
Bonnie Raitt, sin ir más lejos, cimentó sus firmes convicciones democráticas durante una inolvidable visita a Cuba en marzo de 1999. En el paraíso de las libertades, y en el marco incomparable del Teatro Carlos Marx, Bonnie «cantó un nuevo tema compuesto en honor de Fidel Castro titulado ‘Cuba is way too cool’, cuya letra dice que el edén marxista ‘es sólo una pequeña isla feliz’». Raitt, además, en sus frecuentes encuentros con periodistas afirmaba lo bonito «que es estar aquí, en Cuba, a salvo de la influencia occidental».
 
Los integrantes de la banda musical R.E.M., por cierto acompañantes de Bonnie Raitt en la inolvidable gira cubana, prefieren deambular por las hiperbóreas provincias del pensamiento de la mano de una figura de culto en el mundo radical como Noam Chomsky, a quien «invitan a ir de gira con la banda para que abra sus conciertos con discursos políticos». El lingüista del MIT, es cierto, no ha aceptado todavía la invitación, pero ellos insisten con fervor discipular.
 
Por su parte, el grupo Pearl Jam, acreditados representantes de la música grunge, se muestran refractarios a la reflexión especulativa y prefieren destinar su innegable vigor intelectivo a la acción directa; como «en el concierto que ofrecieron en Denver, en abril de 2003, durante el cual Eddie Vedder, cantante de la banda, empaló una careta de Bush en un soporte de micrófono, y tras atacar verbalmente al presidente en su canción de protesta ‘Bushleaguer’, agitó la cabeza de Bush en el aire, la golpeó en el suelo y la pisoteó». La página web de la banda, además, «glorifica al historiador marxista Howard Zinn, así como al Leni Riefenstahl de la izquierda —Michael Moore—, a la publicación chomskysta ‘Z Magazine’, a la cadena de radio izquierdista ‘Air America Radio’ y muchos otros sitios web de la izquierda radical».
 
Bruce Springsteen, extraordinario cantante y el auténtico Boss en esta gira del comando de la corchea, es uno de los activistas de mayor solvencia intelectual. «Cuando firmó su primer contrato de grabación con una compañía de discos afirmó que sólo había leído dos libros en su vida: ‘El Padrino’ y una biografía de Bob Dylan». Con este sólido armazón formativo, sus diagnósticos sobre las cuestiones de alta política suelen alcanzar una merecida notoriedad. La oposición a la guerra de Vietnam, las giras pro-derechos humanos de Amnistía Internacional, las protestas por el cierre de industrias o el apoyo al marxista radical ‘Christic Institute’, han contado siempre con el brío instructivo del pensamiento Springsteeneano, la potencia de su guitarra y su elegante y desgarrada voz.
 
Ellos son los que intentan explicar a los americanos lo que deben votar el próximo dos de noviembre. Pero ¿Por qué habrían de tener sus puntos de vista políticos más relevancia que los de cualquier borrachín de un bar del extrarradio? El también rockero Alice Cooper dijo refiriéndose a esta gira que «si usted escucha a una estrella de rock para informarse sobre a quien votar, es usted más imbécil que todos ellos juntos».Claro que acto seguido fue obligado a flagelarse públicamente y a retractarse de todo lo que había dicho. Quizá esto responda a esa pregunta.

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