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Pedro de Tena

La muerte de Dumbo

Mientras se le falta al respeto a los ciudadanos de manera sistemática, parece que la Casa Real se empeña en pegarse tiros en el pie hasta el punto que cabe pensar si no sería el momento ideal para una abdicación. Sí. Abdicación.

A su edad, tras una vida de película, Dumbo no podía volar y por ello quedó atrapado en las planas llanuras de Botswana. No sabía que sus orejas habían dejado de tener la magia del vuelo hasta que intentó el despegue cuando vio venir a un grupo de hombres desde la lejanía. Él no sabía nada pero estaba en medio de una reserva destinada nadie sabe por qué a la caza de elefantes, no una caza valiente, personal, donde todos tienen posibilidades de victoria, sino una lucha desigual donde un ser humano se coloca a pocas decenas de metros de un elefante y le revienta la tapa de los sesos de un disparo brutal e inmisericorde. Cuando llegó su hora, Dumbo vio cómo algunos seres humanos parecidos a los que había conocido en el circo se le acercaban y se quedó mirándolos fijamente. No sabía que la muerte le esperaba al final de aquel palo que apuntaba a su cabeza. Después sólo sintió que el mundo se hundía bajo sus pies y que el sol se había apagado. Dumbo había muerto, vendieron después los comercios de Disney. Muchos niños lloraron y muchas personas no lo comprendieron. Cuando la foto del rey de España apareció junto a su cadáver, el caso estaba resuelto. Había culpable. 

Este es el cuento preparado por el sentimentalismo manipulador de izquierdas y derechas sobre el comportamiento del rey de España en sus momentos “felicitarios”, o deportivos, que diría Ortega para distinguirlos de sus otros momentos, los “trabajosos”. Y he ahí el problema. ¿Tiene un Rey de España ocupaciones felicitarias, esto es, tareas individuales liberadas de su carácter profesional y destinadas a proporcionarle felicidad personal? ¿Tiene derecho a gastarse su dinero en lo que le dé la gana si se lo gasta en actividades legales y reguladas y en un tiempo libre? Bueno, tal vez si fuese libre o hubiese nacido en Irán… "En una vacante del trono persa fue a ocuparlo el príncipe heredero, que vivía desde su niñez educándose en Roma. Pero muy pronto tuvo que abdicar porque los persas no podían admitir un monarca a quien no le gustaba la caza, ocupación tradicional y casi titular de los señores iranios. El mozo, por lo visto, se había aficionado a la literatura y no tenía remedio.” Seguía don José.  Pero España no es Persia. Al contrario, en España muchos cazan, incluso furtivamente, desde venados a tórtolas, desde conejos a perdices, desde jabatos a muflones… Hay sociedades de caza y pesca, leyes, permisos, costumbres, cotos… ¿Cuál es el problema entonces si el que caza es el Rey? Sencillamente, que no es una persona, mejor dicho, que muy por encima de ser persona libre debiera ser una institución representativa. Y… ¿nos representa un Rey cazando elefantes de un tiro en la cabeza como ha podido comprobarse en vídeos de la empresa contratada por el monarca?

Nuestro problema con la monarquía radica en la ambigüedad de la Constitución. Por una parte queremos creer que el Rey es resultado de la libre elección de los ciudadanos libres en una convocatoria electoral de 1978, pero el hecho bien distinto es que el Rey y la actual monarquía fueron una decisión del régimen dictatorial anterior incorporada como elemento de consenso en el texto constitucional. Por si fuera poco, la figura del Rey quiérese que sea meramente formal y representativa, pero los artículos de la Constitución dicen otra cosa, desde su jefatura superior de las fuerzas armadas a su papel moderador y arbitral entre los diferentes poderes del Estado. Por tanto, el rey no es sólo una figura representativa sino algo más. Este es el debate no resuelto que late bajo el uso manipulador del sentimentalismo de la imagen del Dumbo abatido con los colmillos clavados en un árbol. Muchos decidimos hace tiempo que no importa tanto la forma de Estado mientras los ciudadanos obtengan respeto y condiciones para su libertad de ese Estado. Desde hace un tiempo, coincidente con la crisis que vivimos, mientras se le falta al respeto a los ciudadanos de manera sistemática, parece que la Casa Real se empeña en pegarse tiros en el pie hasta el punto que cabe pensar si no sería el momento ideal para una abdicación. Sí. Abdicación.

España, país cainita por excelencia, es un país compasivo con algunos animales bendecidos por National Geographic y demás compaña. Dumbo entre ellos. El rey de los españoles, y su Casa Real, tenían que haber sabido que la foto del Dumbo muerto era una estocada a la imagen, ya de por sí ajada y desejemplarizante, de la institución. Alguien tendrá que pagar la factura del safari. 

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