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José García Domínguez

Ni Marx ni Hayek: Mortadelo y Filemón

Veamos. ¿No habíamos quedado, compañeros, en que la intervención en Irak sólo se hizo para robarle el petróleo al pobre Sadam y, de paso, comercializar sus reservas de crudo con tal de favorecer así al siniestro lobby tejano de la cosa?

No se sabe qué noticia resulta más acongojante, que todos seamos un poco más pobres desde que no hay sombra de crisis por ningún lado, tal como acaba de reconocer el antipatriota Solbes, o que cierto uno haya devenido mucho más lelo aún, tal como se desprende de la penúltima cogitación pueril del Solemne a propósito del déficit alimentario mundial.

Y es que, a decir de Zapatero, los grandes culpables de esa carencia planetaria son, por este orden, “la subida del petróleo después de la guerra de Irak”, la crisis financiera de Estados Unidos “fruto de un modelo neoconservador”, y “la falta de atención a la agricultura en los países desarrollados”. Enumeración que, por sí misma, confirma la muy extendida sospecha de que ni Marx ni Hayek compitieron con Mortadelo y Filemón en captar el interés del presidente durante sus años de formación.

Porque quizá puedan soltarse más necedades juntitas y de corrido, pero no en menos espacio. Veamos. ¿No habíamos quedado, compañeros, en que la intervención en Irak sólo se hizo para robarle el petróleo al pobre Sadam y, de paso, comercializar sus reservas de crudo –el once por ciento del total mundial– con tal de favorecer así al siniestro lobby tejano de la cosa? Que por algo gritábamos aquello tan bonito de “¡Aznar asesino!”, ¿no? Bien, pues siendo que sí, presidente, ahora mismo habrá que poner una conferencia a Houston porque tenemos un problema… lógico.

A saber. Liberado Irak, a medio plazo la producción local de crudo se puede cuadruplicar y, como barrunta cualquier adolescente que haya estudiado Economía durante tres tardes, eso debería repercutir en una disminución inmediata de los precios. Asunto que plantea dos incógnitas. La primera, averiguar cómo ese previsible derrumbe de los precios iba a representar un magnífico negocio para las malvadas petroleras yanquis. Y la segunda, resolver el misterio de por qué en la realidad está ocurriendo exactamente lo contrario: subidas exponenciales de la energía; por lo demás, una sencillísima indagación que se podría reducir a levantar acta de que, al igual que Teruel, China e India también existen.

Más misteriosa se antoja la cuestión de cómo la temeraria política norteamericana de conceder créditos hipotecarios masivos a los ninjas (no income, no job, no assets; o sea, personas sin ingresos fijos, sin empleo fijo y sin propiedades) puede representarse como una mojigatería “neoconservadora” en la febril imaginación de Zapatero. Lo otro, lo de esa desconsiderada “falta de atención” hacia los repollos, coles y lechugas que, casualmente, se llevan por delante la mitad del presupuesto de la Unión Europea, es, simplemente, de aurora boreal.

Lo dicho: no se sabe qué da más miedo.

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