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José García Domínguez

Olímpicos cinismos

"Es el momento del deporte; el de la política será otro", ha acertado a barruntar Blanco Bis en medio del mar de banderas del Partido Comunista y retratos del fundador de la mayor y más longeva dictadura de la historia de la Humanidad.

Servicial intérprete de los anhelos mas profundos de su señor Zapatero, otro Blanco que casi deja pálido al original, cierto Alejandro, a la sazón presidente el Comité Olímpico Español, acaba de lanzar un aviso a navegantes con tal de que a ningún deportista nuestro se le ocurra reparar en que también –y sobre todo– es ciudadano de un Estado de Derecho comprometido por ley con la defensa activa de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

"Más mudos, más ciegos, más sordos, más viles", parece ser la nueva divisa olímpica que promueve ese Alejandro Mínimo que capitanea las huestes hispanas en China. De ahí su solemne deposición última. "Es el momento del deporte; el de la política será otro", ha acertado a barruntar Blanco Bis en medio del mar de banderas del Partido Comunista y retratos del fundador de la mayor y más longeva dictadura de la historia de la Humanidad que inundan todos los rincones de la despolitizada Villa Olímpica de Pekín. Y sin embargo, no cabe imaginar acto más político, en el sentido más vil, más bajo, más definitivamente abyecto del término, que ese incitación suya a la claudicación ética y a la complicidad moral con la "nomenklatura" posmaoísta.

Porque tras su pulcra apelación a la asepsia civil de los principios de la Carta Olímpica, no se esconde otro propósito que el de tratar de cubrir las vergüenzas del cinismo desnudo con el pudoroso velo del apoliticismo. Y es que tanto que se ha querido arrimar nuestro Blanco Corregido y Aumentado a las fuentes germinales que manan en Palas de Rei que, algo pasado de frenada, ha ido a recalar en el Ferrol del Otro Caudillo. Al cabo, sólo le ha faltado ordenar: "Hagan como yo, no se metan en política".

Por lo demás, el sosias de Pepiño todavía no dispone de tanques blindados para pasar por encima de los disidentes que se interpongan en su camino de servidumbre. Así que ha de conformarse para sus cuitas con una lengua bífida, igualita que la de su "alter ego"; ésa por medio de la cuál se ha permitido amenazar con la expulsión de los Juegos a cuantos miembros de la delegación española no guarden estricto secreto de confesión con respecto a la barbarie liberticida del régimen.

Y aún suerte que la gasta bífida, el tal Blanco. Porque si la tuviera de trapo, igual el muy necio habría aprovechado que el río Amarillo pasa por Kao Hsiung para homenajear a aquel viejo capo mafioso de Tangentópolis que respondió por Andreotti. ¿Verdad que sí, "fratello" González Pons?

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