En la Casa de Alba todavía no dan crédito a la falsa noticia difundida en algunos medios de comunicación, sobre la modificación hecha por parte de Doña Cayetana en su testamento, beneficiando en el mismo a su supuesto novio Alfonso Díez.
La noticia corrió como la pólvora y por ese motivo la aristócrata, indignada, exigió que esa información fuese desmentida, ya que en ningún momento se ha modificado nada. Todo sigue igual que siempre, hasta su relación con el funcionario, que también por su parte ha manifestado su malestar por estas falsas informaciones. Eso es amor y lo demás es cuento: para Alfonso el patrimonio de su amada carece de importancia, no espera nada, ni un cuadrito, ni una finca sin importancia y sólo quiere vivir su historia maravillosa de la forma más tranquila y sosegada, aparte de los reportajes de sus sonados viajes.
Todo lo contrario que los hijos de la duquesa, que estarían encantados en que su madre pegase el cerrojazo a esa relación, pero por el momento todo apunta a que se tendrán que aguantar. Doña Cayetana y Alfonso, aunque no vivan en la misma ciudad, se pasan el día hablando por teléfono, hay ocasiones que hasta más de veinte veces. Menudas facturas de móvil les tienen que llegar. El funcionario seguro que tiene que hacer horas extras para hacer frente a tanto gasto.
Según comenta el palentino, se ríen muchísimo y se lo pasan bomba… Menos mal que Cayetana tiene esa válvula de escape en Alfonso, y digo esto por el tremendo disgusto que se llevó cuando se enteró de la ruptura de su adorado Francisco con la bailaora Cecilia Gómez. Cayetana estaba muy ilusionada con los planes del montaje del nuevo espectáculo de la bailaora, inspirado en su vida. Una verdadera lástima, con lo que le gusta el baile flamenco a la duquesa.
De momento, la duquesa ya se está preparando para disfrutar de la Semana Santa en Sevilla. Es probable que alguno de sus hijos le acompañe y, si eso es así, su novio se tendrá que conformar con ver las procesiones por la televisión. Siempre le quedará el recurso de vestirse de nazareno y no quitarse el capirote para poder estar cerca de ella sin poner nerviosos a sus hijos.
Como la doña se empeñe en boda… lo que ocurrió en Troya se va a quedar chico. Un último apunte: me aseguran que en su trabajo absolutamente nadie le llama "El Duque", como se ha comentado en alguna ocasión. Ese apodo, se lo tiene ganado el actor Miguel Ángel Silvestre.

