La comparecencia de Arantxa Sánchez Vicario en la presentación de su libro biográfico ha sido rotunda. La expectación estaba servida, y el lugar donde se realizó estaba tomado en su gran mayoría por la prensa.
Hubo cambios de última hora ya que, en un primer momento, la tenista sí estaba dispuesta a responder a las preguntas de los periodistas, pero al final eso no ha sido así y todo ha quedado en una conferencia de prensa. Esa nueva medida la habrían tomado sus abogados para así evitar cualquier problema legal con alguna respuesta.
Arantxa ha sacado fuerzas de flaqueza para soportar todo a lo que se está enfrentando y defiende su teoría y su punto de vista con respecto a su familia para preservar lo que a ella le parece justo, como tomar sus propias decisiones en la vida al igual que sus hermanos. Se queja de que a ella sus padres no se lo permitían, y que la anulaban en momentos muy cruciales de su vida. El que no acepten a su marido eso no lo puede permitir, y deja muy claro que su verdadera familia en estos momentos son su marido y sus hijos, que son pequeños y afortunadamente viven al margen de todo este conflicto.
Las lágrimas le aparecieron en varios momentos de la presentación, y agradeció el interés y el apoyo que ha recibido desde que la noticia saltó a los medios. Es muy posible que este partido sea el más difícil al que se haya tenido que enfrentar; sus rivales son sangre de su sangre y es muy triste tener que enfrentarse a su familia por dinero. Es, sobre todo, desagradable, pero hay mucho patrimonio por el que pelear, y considera que las cosas no se pueden quedar así.
La que fuera campeona del mundo de tenis quiere dejar muy claro que no tomó esta decisión de un día para otro y que en los juzgados hay denuncias en contra de sus padres desde hace unos años. Ha hecho lo imposible para evitar esta situación pero ha sido inútil, ha explicado.
Lo triste de esta historia es que no hay ganadores; todos salen perdiendo, al menos por el momento. Una situación familiar insostenible, donde la bomba ha estallado dejando un resultado de auténtico desastre. El final está aún por llegar.