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Rosa Belmonte

Muerte a los hombres malos

Don Draper, de Mad Men, es la última encarnación de los hombres malos que tanto nos gusta criticar.

Don Draper, de Mad Men, es la última encarnación de los hombres malos que tanto nos gusta criticar.

Esto no va de José Bretón, que me pierdo. Ni del tipo al que enterraron vivo sobre el ataúd de la mujer a la que había violado y matado. Resulta más conveniente bromear sobre hombres malos pero normalitos. Es mejor que vaya de Don Draper, un tipo tan guapo como repulsivo. Hasta Jessica Paré, la actriz que interpreta a Megan Draper en Mad Men, lo pone a caldo (o a old fashioned). En una entrevista en Vogue le preguntan si le gustan los hombres como Don y dice que no, que le parece extraño lo universal del atractivo de Don Draper. "Encuentro que es un tipo terrible, no solo con sus parejas, sino con todos los que le rodean". Pero reconoce su encanto, su físico, el estereotipo del chico malo dentro de un paquete goloso. Y su crueldad fascinante. Entonces va la tía y suelta que le atraen tipos así, arrogantes y chulos. Échate mano, hija.

Ahora que acaba la sexta temporada de Mad Men (el domingo próximo) hay que recordar el principio de la quinta,  cuando Megan se montó el numerito del clásico Zou Bisou Bisou de Gillian Hills. "¿Por qué no cantas así?", dice entonces Roger Sterling a su mujer. "¿Y tú por qué no eres como él?", le contesta ella refiriéndose a Don Draper. Tener como modelo a Don Draper. Concepto. Pero es que los otros de la serie suelen ser peores. El paquete de Don es el más completo.

En una agencia de publicidad, pero en una de ahora, se conocieron la ilustradora Caroline Selmes y la escritora Laura Torné, autoras del divertido blog Muerte a los hombres malos. Se cargan un par a la semana. Con una ilustración y una frase. Me temo que algo así sería impensable si se tratara de dos tipos matando mujeres. El femitalibanismo, contrario al humor, habría puesto el grito en el cielo. Como lo pondría contra el novelista australiano Sean Williams, que se lamentaba así del otro sexo: "Ay, las mujeres… Uno no puede vivir con ellas, ni enterrarlas en el patio de atrás sin que los vecinos lo vean". Dicen que si el proyecto funciona les gustaría seguir con muerte a las mujeres malas, a las mariconas malas, a las suegras malas, a los niños malos… Con esta última idea casi retomarían al Edward Gorey de Los pequeñines macabros ("La F es de Fanny, completamente succionada por una sanguijuela"). Es verdad que Gorey no pretendía hacer reír cuando en los años 50 llegó a Simon & Schuster con La pareja abominable (relato e ilustraciones sobre una pareja que sólo disfruta matando niños). Pero el blog de estas chicas sí tiene gracia.

Cada ilustración lleva arriba el enunciado "Muerte a los hombres malos" y luego puede seguir con un "que les ofreces sexo a cambio de dejarse quitar puntos negros y te dicen que no", un "que se piensan que durar muuucho es guay" o un “que esperan a que limpies el baño para raparse la cabeza y llenarlo de pelos”. Lo que sí tienen claro las autoras es que pretender cambiar a los hombres es una pérdida de tiempo. Ya lo decía Natalie Wood: “La única ocasión en la que una mujer tiene éxito cambiando a un hombre es cuando es un bebé”. Nadie quiere que Don Draper cambie (lo bueno de los hombres malos de la tele es que ahí no molestan). Pero si Matthew Weiner decide matarlo al final de la serie bien muerto estará.

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